Es el personaje singular de la política española. Rubalcaba el tercer hombre, poderoso y rodeado de misterio. Es el principal político del Partido Socialista. Rubalcaba es el secretario general de este partido; puede perder el cargo; incluso, podría no ser el candidato socialista para las Elecciones Generales del 2015. Pero lo que no puede permitirse la formación socialista es prescindir de este hombre, auténtico muñidor del poder socialista en el aparato del estado.
La Conferencia política del Partido Socialista, celebrada recientemente ha revelado la ausencia de líderes capaces de ocupar el lugar de A. Pérez Rubalcaba en los entresijos del poder de la Monarquía parlamentaria de Juan Carlos I. Una cosa es ser candidato y otra, muy distinta, ser el hombre que controla líneas de poder en el interior del estado. Todo esto quedó demostrado en el gran atentado del 11-M. Rubalcaba fue requerido por Zapatero como, antes, por Felipe González. Rubalcaba es el hombre clave de los gobiernos socialistas.
El debate ideológico es una excusa; Rubalcaba representa el hombre que tiene poder cierto en las estructuras gubernamentales, ante lo que se muestra impotente el gobierno Popular. Así, se explica la política hacia ETA, generosa y en consonancia con la larga historia de la banda terrorista vasca. La reforma sanitaria en Madrid está paralizada por la Justicia; la Reforma laboral del 2012 encuentra un freno poderoso en los juzgados de lo laboral. El don de Rubalcaba está tanto en su condición de político socialista como masón, con lo que entronca con la historia parlamentaria española. Es el tercer hombre, entre los dos líderes de los grandes partidos españoles. Ahora, ocupa un lugar que no le corresponde.
Rubalcaba no necesita carisma. No necesita ganar elecciones. El Partido Socialista no sabe que lugar debe ocupar Rubalcaba, el tercer hombre. Los medios de comunicación facilitan las interpretaciones fáciles, a través de las tertulias políticas en boga. Rubalcaba es el verdadero hombre fuerte en la política española. En tanto la rebeldía del gobierno autonómico catalán prosiga, la respuesta del estado español tendrá que contar necesariamente con el líder socialista, Alfredo P. Rubalcaba. El tercer hombre ha conseguido que su poder esté incrustado en la razón de estado. Con todo, Rubalcaba lleva una existencia discreta.
Ciertamente, en quien confía la Monarquía es en Rubalcaba, no en políticos oportunistas. El tercer hombre no es revolucionario, a la luz de los discursos y declaraciones. Las palabras no traicionan. Posiblemente, Rubalcaba no tenga grandes ideas sobre la política española. No sería Rubalcaba un defensor a ultranza del régimen de Juan Carlos I. La doctrina federal sobre el estado es un recurso manido, que no puede engañar a nadie, dado que estamos ante la descomposición de un régimen, por una prolongada crisis económica, en absoluta superada y la fase final de los secesionistas catalanes y vascos. Falta saber qué apostará Rubalcaba, el tercer hombre de la política española, corrompida pero que hace justicia a nuestra historia.
Oponentes en el Partido Popular
No hay nadie, en apariencia, que haga sombra a Rubalcaba, desde las filas del Partido Popular. Las discrepancias entre Aznar y el gobierno de Mariano Rajoy es una muestra de discrepancia de salón. El gobierno popular se ha socializado; recurre al miedo entre los servidores públicos, como bien haría Alfredo Pérez Rubalcaba. Ha habido transferencias entre los grandes partidos españoles, algo razonable, ante una crisis económica e institucional que puede acabar con el régimen.
¿La pujanza de los pequeños partidos obligará a los grandes a coaliciones inéditas? La presencia de Rubalcaba, el tercer hombre, no augura nada a este respecto. El régimen no ha demostrado flexibilidad en ninguna situación, 23-F y 11-M. ETA ha reducido al mínimo la fortaleza moral de la Monarquía parlamentaria de Juan Carlos I.
Rubalcaba esta íntimamente ligado al estado; no le espera un destino dorado en la empresa privada, como Aznar o Felipe González. Su enorme sacrificio necesita una verdadera recompensa. No acertamos a saber cuál. ¿Un reconocimiento, por quién?
Producto cultural del mítico asesinato del presidente del gobierno Almirante Carrero Blanco, Rubalcaba representa a la izquierda española que no acepta la derrota de ETA. La derecha política es huérfana de voluntad para modificar las bases fundamentales de la Monarquía parlamentaria de Juan Carlos I. La política española está en el disparadero.
Las consecuencias te las dejamos a ti, solo tienes que calcular si la potenciación de la izquierda radical, mas los grupos afines a ETA, mas los partidos autonomistas, mas los votos socialistas son mayoría o no respecto a un PP con dislexia política. Un PP que no va a contar con muchísimos votos de ciudadanos de la derecha por ser un partido traidor.
Sin duda que las características post-cheka de este particular personaje político, que el mismo ha alimentado desde los principios de su militancia política, le han situado en la posición que ocupa en España y nula fuera de esta, por su ejercicio de investigación de informaciones.
Todo el mundo sospecha o sabe que en en el se centran informaciones que podrían socavar cimientos del Estado y con esto juega.
Es el más odiado dentro del PSOE (así me lo han declarado amigos militantes) y se está dedicando a perpetuar su estancia en Ferraz.
Un personaje así, decimonónico, costumbrista y localista, tiene que aferrarse a los espacios que siempre ha conocido, una vieja España, que ya ni existe.
Es increible afirmar que Rubalcaba representa a los que «no aceptan la derrota de ETA» cuando ha sido la persona más determinante en esa derrota, su labor como ministro del interior fue extraordinaria. Usted realmente no tiene ni idea de como se dejó la piel para derrotar al terrorismo.
Gracias por tu valiente comentario sobre tan singular personaje, un hombre de Estado. Las victorias y las derrotas esconden más de lo que se conoce, en un principio.
pasarán años hasta que empecemos a saber a fondo sobre ETA. No cabe duda que ha habido muchas complicidades, porque una organización que resiste 50 años, tienen que tener las «espaldas» cubiertas. Ya lo sabremos, con el tiempo.