Suárez y el Rey de España son los protagonistas indiscutibles de la Transición. El fallecimiento de Adolfo Suárez ha vuelto a traer a la palestra el cambio de régimen, que tuvo en el político castellano a uno de los principales actores. La política española demostró altura de miras.

Adolfo Suárez era un político del régimen de Franco.  Jefe del Gabinete Técnico del Vicesecretario General del Movimiento;  procurador en Cortes por Ávila en 1967; en Segovia, gobernador civil, en 1968; director General de Radio Televisión Española, en 1969; en un mismo año, 1975, Suárez fue nombrado Vicesecretario General del Movimiento y, con posterioridad, Ministro Secretario General del Movimiento.

Con el ascenso del príncipe Juan Carlos de Borbón a la Corona de España, Adolfo Suárez es nombrado presidente del segundo gobierno del nuevo régimen. Adolfo Suárez era un español católico, que debe su carrera personal al régimen de Franco.

El plan de la Transición se desarrolló conforme a un esquema, que situó a Adolfo Suárez en la jefatura del gobierno. Los políticos franquistas sabían que no tenían posibilidad de hacer carrera en el nuevo régimen, porque muerto Franco, la legitimidad correspondía a los republicanos. El Proyecto de Reforma Política, propuesto por el gobierno de Adolfo Suárez no encontró apenas resistencias entre los procuradores, dado que conocían las bases de la Transición.

Los peligros que se cernían, se debían al aparato de propaganda que acompañó a la Transición española, que, en un principio, benefició a la figura del presidente Adolfo Suárez. Si el asesinato del almirante Carrero Blanco, a la sazón, presidente del gobierno, no provocó la ruptura de las instituciones franquistas con la operación Príncipe, que es la Transición española, el Rey y el presidente del gobierno, Adolfo Suárez, tenían carta blanca para proceder.

La monarquía de Juan Carlos I era la compensación histórica al bando republicano, impuesto por la pax americana, en Europa occidental, pese a la Guerra Fría, que respeta las zonas de influencia de las grandes potencias. España, con Franco a la cabeza, acataba el destino que le esperaba.

El rey ha demostrado frialdad y resolución para aplicar el plan de la Transición; Adolfo Suárez cayó en un extrañamiento, por sus antecedentes franquistas y unas circunstancias que lo sobrepasaron. Principalmente, ETA marcó los tiempos. ¿ Por qué el terrorismo influye tanto en los Estados; es un misterio?

La falta de legitimidad de la derecha política quedó zanjada con la coalición electoral UCD, una mezcla de democristianos, liberales y socialdemócratas. El partido que encabezaba Adolfo Suárez ganó las primeras Elecciones Generales, que se celebraron en 1977; repetiría el triunfo en las siguientes elecciones, en 1979. Pero Adolfo Suárez ya no formaba parte del plan de la Transición, aunque fuese votado por los españoles.

Por el contrario, el Rey de España precipitó la victoria democrática del Partido Socialista; y se recurrió al falso golpe de Estado, que conocemos como 23-F. El objetivo de tal asonada, ya con la dimisión de Suárez, era acelerar el triunfo socialista, el representante democrático de la España republicana. Era la legitimidad que refrendaba el status quo internacional. No somos rigurosos; ¿hace falta más pruebas para convencerse?

En ningún momento fue posible terminar con el terrorismo de ETA. Ahora, en coincidencia con la muerta de Adolfo Suárez, y con el gobierno de Mariano Rajoy, que ejecuta el plan del presidente anterior socialista, Zapatero, la banda terrorista podría entregar “las armas”.

Guste o no, los asesinados por ETA son los fusilados de la democracia española. Aunque la banda terrorista persiga la independencia de la Comunidad vasca, sus acciones han quedado expuestas a la mitología republicana.

El rey y Suárez

Suárez no conocía España; el Rey sí. Juan Carlos I ha demostrado que sabe manejarse entre los españoles;  sus amigos, los poderosos de la economía y las finanzas españolas, no han demostrado afecto por el pueblo: desplome del sector inmobiliario, una parte constitutiva del alma española; la corrupción es la consecuencia de la desafección de la casta política, que ha visto violada la Constitución, por sus propios manejos, desde las reformas de los estatutos autonómicos o el control del poder judicial.

Sí gusta la muerte: las exequias por Adolfo Suárez respetan la tradición: ha salido a relucir el instinto político del Rey, que conocía a Suárez como al pueblo español.

Ahora, la Transición puede volverse contra el Rey. La secesión catalana está en liza; la Constitución no ha servido para la reconciliación, el gran mantra de la etapa de Adolfo Suárez. La política española pasa otro capítulo.

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