Personal Jesus, la canción del grupo musical británico Depeche Mode, es el estribillo de este post. ¿Es posible que reconozcamos el final de la historia para el cristianismo Paulino? La reacción del sumo Pontífice ante una cristiana oriental, con desaires, revela que estamos ante una realidad muy especial. El Papa Francisco es un jesuita que no puede olvidar el sacrificio de la orden en Oriente; además, el Papa Francisco desarrolla el Concilio Vaticano II conforme a un cristianismo sincrético.

La tesis del historiador Francis Fukuyama es conocida por todos. El politólogo norteamericano defiende la disolución de la dialéctica ideológica, a nivel global. La obra “The End of History and the Last Man” se publicó en 1992; los hechos han desmentido la tesis de F. Fukuyama; sin embargo, para el cristianismo Paulino, presente en todo el orbe, la disolución doctrinal progresa ante el dominio asfixiante del comercio global y de la democracia liberal.

El poder religioso, el monoteísmo cristiano en Occidente, ha demostrado una plasticidad sin parangón; el poder de cambiar fondo y forma, a lo largo de la historia, sin que se resientan los fundamentos originarios (Concilio de Trento o Concilio Vaticano II). Una capacidad de metamorfosis que no es de este mundo; sin embargo, un alarde transformador, mantenido en el tiempo, conduce al nihilismo, la sustancia verdadera del poder.

Personal Jesus, “Your own personal Jesus /Someone to hear your prayers”

En España, con motivo de la exhumación de los restos mortales del general F. franco, la Iglesia Católica española y la Santa Sede han demostrado coherencia; el mismo papel institucional que en tiempos de la Transición española. Con todo, ¿cuál es el referente político de la Iglesia Católica, tras el Concilio Vaticano II?

Lo cierto es que el cristianismo Paulino transita por espacios reducidos, particularmente en Europa. No vivimos en sociedades cristianas. La realidad del aborto es incontestable en Europa. Según categorías de ley, en 2019, el 92% de los abortos en Europa se verifican por petición expresa de la mujer; un 6% por razones socioeconómicas; un 2% para preservar la salud de la mujer. Fuente

El recurso fácilmente accesible para estudiar el Concilio Vaticano II lo encontramos en YouTube. “El Rin desemboca en el Tíber”, la trasposición en XIX vídeos de la obra del sacerdote norteamericano Ralph Wiltgen, periodista que fue testigo del citado y trascendental Concilio.

No podemos caer en el error metodológico y doctrinal de criticar el Concilio Vaticano II. La Iglesia Católica dispone de esta magna institución para reconducir los destinos propios. Sin embargo, el cristianismo protestante carece de ello. Existen símbolos y muy pocas certezas; la ortodoxia y la heterodoxia conforman la dialéctica evolutiva. La salvación o condena es exclusivamente individual. Una larga cadena moral que cesa con la muerte.

Precisamente para el mundo protestante (cristiano) recomendamos el libro de Mark Lilla, “El Dios que no nació”. Una larga y exhaustiva reflexión sobre la Gran Separación, esto es, la acción del pensamiento occidental que se reflejó en la Constitución de Estados Unidos de América. En primer plano, “El Leviathan” (1651) de Thomas Hobbes, como la obra filosófica que fundamenta la emancipación de la religión cristiana por las sociedades anglosajonas, en el mandato político.

Modelo político-religioso que constituye el sistema democrático-liberal en Occidente, y que influye poderosamente en otras zonas del mundo, por la influencia de Estados Unidos.

Personal Jesus, “I will deliver/ You know I’m a forgiver/ Reach out and touch faith

El Concilio Vaticano II conforma el código guía para la Iglesia Católica universal. Comenzó el 11 de octubre de 1962, convocado por el Pontífice San Juan XXIII. Las discusiones sobre la oportunidad o no de dicho concilio no cesan. No tiene sentido una objeción general, toda vez que la Iglesia Católica se rige por tal realidad; cuatro constituciones; nueve decretos; tres declaraciones.

Tiene que haber un hecho que nos explique la urgencia implícita del Concilio Vaticano II. Dos grandes guerras mundiales, el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética; el derrumbamiento de Europa. Nos falta una pieza para componer el rompecabezas del citado concilio.

Sólo puede justificar la nueva transformación de la Iglesia Católica la creación del Estado de Israel. Pocas cosas empujan a la Iglesia Católica a un giro copernicano. Este es el acontecimiento clave, sin duda.

Parece que algo se ha detenido para el cristianismo Paulino; no sabemos si de forma permanente o temporal. ¿Es posible la unión de Europa, sin unión religiosa en el estrato popular? Un cristianismo Paulino sin la coraza de la moral cristiana, ¿podría remontar las dificultades visibles e invisibles que dominan las coaliciones de poder en Occidente?

La situación es real, aunque nos parezca que la artificiosidad de la secularización no sea cuestionable. El Papa Francisco nos propone un Personal Jesus y su magisterio es tan tangible como cualquier otro anterior.

Recomendamos la película «Silencio» del director Martin Scorsese, estrenada en enero del 2017, sobre la misión de unos jesuitas portugueses en Japón, siglo XVII.

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