El desconcierto reina en la política española, toda vez que los resultados de las Elecciones Generales de 2023 no han sido concluyentes. Tanto el Partido Popular como el Partido Socialista aspiran a formar un gobierno para la nueva legislatura. Un candidato que aspira a ser investido presidente debe conseguir 176 votos de los diputados electos.

Seguimos con la misma ley Electoral; cada nueva votación que no proporciona la mayoría absoluta a uno de los grandes partidos obliga a tener que buscar los apoyos parlamentarios necesarios. Siempre son los partidos nacionalista vasco y catalán los actores predilectos en este desconcierto. Si los partidos principales del sistema quisieran defender los intereses nacionales hubieran cambiado la citada Ley Electoral. Nunca lo han hecho. Seguimos con los mismos problemas políticos.

¿Para cuándo el Acto Final de este régimen político que se sostiene a través de un supuesto consenso?

Lo cierto es que la cobardía reina tanto en los Partidos mayoritarios como en las formaciones independentistas. Solamente ETA demostró coherencia política, por lo que Bildu, partido vasco, obtiene buenos resultados.

Ante el desconcierto general, el asunto del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha despertado un interés inusitado en los medios de comunicación. La Selección española femenina de fútbol de España ha ganado el Mundial de este deporte. El citado presidente se excede con una jugadora para festejar el triunfo. El desconcierto se adueña de los medios de comunicación como en la opinión pública española.

El brazo largo de la Ley aparece cuando conviene a los intereses políticos del momento. Nuestros partidos mayoritarios están sólo preocupados para lograr una mayoría parlamentaria estable. Repiten idénticos esquemas que en anteriores legislaturas. Ya hemos avisado que las instituciones del Estado carecen de la suficiente fuerza para conservar el régimen político vigente.

En el mercado español de las grandes empresas, Telefónica se ha visto sorprendida con el anuncio del grupo saudí STC de que pretende adquirir una participación del 9,9% de la empresa española. La operación se cifra en 2.100 millones de euros. El desconcierto político es real y la reacción de los responsables del gobierno en funciones ha sido algo tardía.

El mundo de los negocios se mueve a una velocidad meteórica. Los partidos políticos reaccionan con lentitud, y demuestran éstos que carecen de sistemas de respuesta eficientes. En un asunto tan importante como el interés de un grupo saudí se hubiese esperado un posicionamiento del gobierno español en funciones más rápido.

El desconcierto explica la dinámica interna de los partidos políticos españoles, ya sean mayoritarios o exclusivos de una región. La Ley Electoral mantiene con vida a los partidos nacionalistas vasco y catalán. Nada cambia para perjuicio de los españoles.

 

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