Europa ante sí misma

Los datos de vacunación en el mundo llevan a Europa ante sí misma. La debilidad geopolítica, mantenida durante la Guerra Fría y la Globalización, ha explotado con los planes de la Unión Europea sobre la vacunación contra el virus SARS-COV-2. Las cifras del continente europeo no pueden competir con los datos de Israel (57 %), Estados Unidos (32,7 %) y Gran Bretaña (33 %).

La Unión Europea, pese a corresponder a una de las zonas más ricas del planeta, presenta un umbral de vacunación del 6%. Ninguna de las grandes empresas farmacéuticas de Europa continental ha desarrollado una vacuna contra el SARS-COV-2, hasta el momento. Hablamos de Bayer, Merck o Sanofi, por ejemplo. En España, El Centro de Investigaciones Científicas, creado bajo el régimen del general Franco, está en el desarrollo de una vacuna propia, pese al escaso apoyo gubernamental. Los científicos españoles esperan que la vacuna esté en el mercado en el primer semestre del año 2022.

Se trata de una vacuna esterilizante, que protege a la persona del contagio, a diferencia de las vacunas actuales que no cumplen con esta función primordial. Varios países europeos sorprendieron con un boicot temporal con la vacuna de la empresa farmacéutica de Astrazenaca; Europa ha vuelto a la disciplina del mercado farmacéutico y la vacuna británica está disponible para continuar con la vacunación en Europa.

Por el Principio de Realidad no podemos estar seguros de que la vacuna española llegue al mercado, como espera el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Un propio responsable del proyecto español ha declarado que sería necesario el concurso de una multinacional farmacéutica que asegure la distribución de la vacuna española. Hay márgenes para la manipulación y el bloqueo.

Los grandes países con fuerza militar y unidades especializadas de guerra bacteriológica, como Estados Unidos, Rusia, China o Gran Bretaña han desarrollado una vacuna contra el nuevo coronavirus. Europa, sin embargo, carece de ese fondo de conocimiento para competir con las grandes farmacéuticas de Estados Unidos o Gran Bretaña. El caso de China o Rusia es diferente; el papel del Estado es fundamental y no aparece solapado por el mercado.

Europa se ha concentrado en la actividad económica, tras la II Guerra Mundial. Bajo la pax americana, Alemania y Francia han construido la Unión Europea con el beneplácito de Estados Unidos. Con tropas y armamento norteamericano en Alemania, España e Italia, no existe nacionalismo europeo integrador. El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden ha paralizado los planes de la administración Trump sobre la retirada de tropas norteamericanas en Alemania. El statu quo de la II Guerra Mundial es el eje de la política exterior de Estados Unidos. La Guerra Fría nos enseñó la insuficiencia estratégica de Estados Unidos y Rusia para convertirse en la gran potencia mundial.

Recientemente el presidente Biden ha llamado asesino a Putin. Mientras subía una escalinata hacia un avión, el presidente Biden no paraba de tropezarse; el viento azotaba el lugar y el presidente subía sólo. Los mandatarios deben medir sus palabras y no improvisar admoniciones sin más.

Europa ante sí misma pasa por horas bajas al comprobar el vacío estratégico del continente europeo revelado por la epidemia del virus SARS-COV-2. Algunos países de Europa del este pueden acercarse a Rusia, por la vacuna Spunik 5, que todavía no dispone de la aprobación de la agencia europea del medicamento. Los planes de vacunación de la administración Biden son muy ambiciosos (200 millones de norteamericanos vacunados) y comprometen la capacidad de las farmacéuticas norteamericanas como Pzifer y Moderna para cumplir los compromisos contractuales con la Unión Europea. ¿Europa apoyará a España para la obtención de una nueva vacuna que mejore a las existentes?

Print Friendly, PDF & Email