Vemos con curiosidad que las televisiones generalistas y canales autonómicos son más respetuosos con la Semana Santa que lo demostrado con la Navidad. Jueves Santo es un indicio de que nada político está pasado de moda y que una institución como la Iglesia Católica no ha dicho la última palabra.

Reconocemos que la unidad europea para parecer sólida y convincente precisa de la unidad religiosa; las iglesias protestantes continentales y la Iglesia Católica deben ser conscientes de este hecho, que los medios de comunicación soslayan y los partidos políticos rehuyen dada su falta de capital humano.

Dados los tiempos, la citada unidad no pasaría de ser un cierto acuerdo formal que facilite la unidad europea; ya conocemos que hay planes para la reforma de la UE, por lo manifestado por los líderes de Alemania y Francia. Sin embargo, es muy pronto para valorar el impacto del Brexit, dada la reacción de varios países europeos, entre ellos España, de secundar la decisión británica de expulsar a ciertos diplomáticos rusos por el caso del espía envenenado. La OTAN es un organismo militar que debería ser revisado por los países europeos, si es que entienden éstos el sentido del Brexit, incluso en Jueves Santo. Por el momento, no.

Suponer que la Iglesia Católica persigue formar parte de la gran coalición de poder de Europa puede ser correcto, a raíz de los guiños del Papa Francisco con los modelos culturales actuales. La política es tan cambiante como el propio tiempo atmosférico y el Brexit propicia un replanteamiento ambicioso de los planes europeos.

Siempre existe el peligro de que Alemania aproveche la defección británica para retomar un proyecto europeo coincidente con su espacio natural, hacia el este de Europa. La permanencia de Ángela Merkel en el poder no es una garantía del compromiso alemán con la Europa occidental, como en tiempos de la Guerra Fría. Ella proviene de la extinta República Democrática alemana.

Convendría releer el magnífico libro “El Rin desemboca en el Tíber” del sacerdote y periodista norteamericano Ralph M. Wiltgen sobre el Concilio Vaticano II. Para la Iglesia Católica, el Concilio ha sido una inflexión en toda regla que no debemos olvidar y que podría apuntar a la unidad religiosa como meta última; algo que parece inverosímil en este Jueves Santo.

Sin embargo, la postura de la Iglesia Católica española en el conflicto catalán nos hace dudar de la confianza de la iglesia en la Unión Europea. En ningún momento, el alto clero español censuró abiertamente el movimiento secesionista catalán. Según las lecciones del profesor D. Dalmacio Negro, el Estado está destruyendo las naciones europeas; mucho cuidado de servirse de esta afirmación para comprender el secesionismo catalán, que no persigue la defensa de la supuesta nación catalana, sino que persigue la creación de un Estado nuevo expansionista, a costa de la destrucción de la nación española.

Si notamos un repunte en esta Semana Santa en España, lo achacamos al clero sencillo, de parroquia, que conoce la realidad de la sociedad actual. Ya hemos indicado que la Iglesia Católica ha desaprovechado la gran crisis económica para proceder con una nueva evangelización de la Europa católica. Mientras, el gobierno español no aparece en primera línea.

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