La principal potencia de Europa, Alemania ha conocido considerables incertidumbres hasta conseguir la formación del nuevo gobierno alemán, fruto de la entente entre el partido conservador de Angela Merkel y la socialdemocracia germana (SPD). En España es impensable un gobierno entre los dos grandes partidos, a pesar de la apuesta de Rajoy en este sentido.

El Partido Popular ha conseguido un apoyo condicionado del Partido Socialista para la aplicación del artículo 155 de la Constitución española para frenar la secesión catalana. No es poco, conocidos los antecedentes. La apuesta de Rajoy se ha cumplido solo en parte y esto obscurece el futuro electoral del centro-derecha español.

Alemania se pronunciará por los cauces diplomáticos sobre la crisis catalana, que todavía no se ha cerrado, en absoluto. Sabemos que Alemania goza de una posición fuerte en la Unión Europea, toda vez que tiene a personas de su nacionalidad en puestos claves. Martin Selmayr es el nuevo secretario general de la Comisión Europea y dispondrá de un poder del que no gozan los comisarios europeos. Otra relevante institución es el Mecanismo Europeo de Estabilidad, presidido por otro alemán, Klaus Regling. El Tribunal de Cuentas europeo o el Banco Europeo de Inversiones tienen presidentes alemanes.

¿Consentirá el nuevo gobierno alemán el desorden español concretado en Cataluña, que carece de un gobierno por la disputa de los partidos independentistas catalanes con el Estado español, que ha optado por el desgaste a la vista de los acontecimientos? Alemania debe ser consciente de que la rebelión catalana forma parte de la primavera europea, en armonía con el Brexit e, incluso, la actitud del gobierno polaco, enfrentado con las autoridades europeas.

La reforma de la UE parece que es un proyecto franco-alemán de evidente calado. Ahora bien, desde la red Voltaire se nos advierte del tratado Lancaster House entre Gran Bretaña y Francia; según la fuente citada, el tratado ha sido reactivado con la nueva presidencia de E. Macrón y, por sus implicaciones, debería sacar a Francia de la UE. De ser esto cierto, Alemania tiene una extensión del Brexit con este tratado Lancaster House y no sabemos a lo que realmente conduciría. La salida de Francia equivale a la ruptura de UE tal y como lo entendemos.

El nuevo gobierno alemán debe saber que la élite anglo-americana conoce una nueva etapa con la presidencia de D. Trump. En nuestro post sobre el primer año del presidente Trump destacamos la maniobra de Estados Unidos en Oriente Medio que obliga a Arabia Saudí y otros países islámicos a dejar de sufragar el yihadismo militante. Creemos que esto es un golpe a la preponderancia británica en la élite anglo-americana. Trump pretende un nuevo equilibrio con su gran potencia aliada, Gran Bretaña. La citada red Volraire nos informa que en el primer gobierno de B. Obama había bastantes representantes del club de los Peregrinos, una institución muy cerrada encabezada por la reina de Inglaterra.

Angela Merkel concatena un cuarto mandato con serias amenazas sobre la UE. España no puede gozar de crédito indefinido para solventar la rebelión catalana; mientras, el Brexit persigue quebrantar las estructuras europeas. Por cierto, la salida británica de la UE demuestra que la política no está dominada por el mercado financiero de la City. Sobre Oriente Medio, Alemania como el resto de Europa debe sopesar cómo aceptaría Israel la supervivencia del régimen baasista sirio, tras el derribo de un caza-bombardeo israelí en siria, hace poco tiempo.

El nuevo gobierno alemán debe estar atento a las tensiones en el seno de la entente anglo-americana, dada la política exterior del gobierno del presidente D. Trump, en Oriente medio, tras la preponderancia británica demostrada durante las primaveras árabes. Y Alemania debe observar el alineamiento de Francia con el bloque anglosajón, como lo prueba la propia guerra en Siria.

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