Llega el verano del 14, tranquilo y adormecido por la coronación de un nuevo rey de España, Felipe VI. El discurso que pronunció en el Congreso el rey respeta las competencias regias y no se inmiscuye en la política. Sin embargo, supo esconder la influencia que puede ejercer el rey en el gobierno español y en la sociedad. Felipe VI sabe que la unidad de España es una obligación regia que no puede delegar.
No debemos dudar de que Estados Unidos es el principal promotor de las primaveras árabe y europea, por los acontecimientos recientes en Irak y Ucrania, respectivamente. USA ha puesto en marcha un plan alternativo para derrocar el régimen sirio, a partir de la aparición del grupo sunita ISIS y, además, modificar las fronteras de parte de Oriente Medio. Las convulsiones en Irak, con la irrupción del grupo armado ISIS es una amenaza directa para los gobiernos iraquí y sirio. Estados Unidos propaga la pax americana con tesón y cada mandato presidencial supone un cambio de estrategia y táctica; los objetivos son los mismos.
El verano del 14 puede ser relajado para los españoles. Sin conocer todavía como la crisis cambiará la composición de clases y rentas, la secesión catalana irrumpirá con fuerza en el próximo otoño y, sin dudarlo, tendrá un promotor exterior, dado que la primavera europea es patrocinada por Estados Unidos. La pujanza de los partidos nacionalistas catalanes no tendría explicación, en parte, de no existir el amigo americano, que influye en la sombra, para la zona europea. El escándalo del espionaje norteamericano en Europa, particularmente Alemania, es una prueba de cuanto decimos:
«El gobierno de Alemania ha decidido poner fin al acuerdo tácito, en vigor desde 1945, en virtud del cual ese país se abstenía de vigilar las actividades de espionaje de los servicios británicos, franceses y estadounidenses en suelo alemán.»
La Monarquía constitucional de Juan Carlos I ha sido una pérdida de tiempo: una economía ineficiente, dada la cuantía del salario mínimo( 650, 30 €) y el desempleo ( 25,1%), y un pacto falso, refrendado por la Constitución del 78, con los secesionistas catalanes y vascos. La propaganda monárquica no prepara el terreno a Felipe VI, que puede verse solo, abandonado por los partidos políticos, porque la real pujanza de las instituciones está comprometida. No hubo regeneración política y moral con Juan Carlos I; el verano del 14 invita a Felipe VI a representar un papel quijotesco, con algarabía popular y todo.
En el verano del 14, todos aparentaremos normalidad. La izquierda española debe revisar con actitud crítica la II República, la Guerra Civil del 36, la colaboración con los aliados, el Franquismo y la Monarquía de Juan Carlos I. El Estado es tan anónimo como los mercados, lo que constituye una coartada perfecta para la derecha política. Los mitos antiguos prenden rápido en el pueblo español, carente de recelo y freno.
No hay lecturas recomendadas, ni encomiendas sugeridas. Un tiempo de escape para un país que ha cambiado, aunque muchos no quieran reconocerlo.
El verano del 14 no puede ser el último…
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