2014, el año de la Primavera Europea como réplica a la Primavera Árabe, todavía en curso. Es importante que Siria sea un golpe fallido de los promotores internacionales de los desórdenes, Estados Unidos e Israel. Para Cataluña y Escocia, los valedores pueden ser los mismos, razón por la que la Unión Europea no adopta una posición dura. Por lo menos, el presidente de la Comisión, Sr. Barroso no recibirá al presidente de la Generalidad catalana Arturo  Mas. La Unión Europea deberá tomarse muy en serio el desafío nacionalista catalán y escocés. Vivimos bajo las determinaciones de la pax americana.

La virtú del gobierno catalán no es contrarrestada por el estado español. La razón de la inacción del gobierno central está en la Constitución española de 1978. La carta magna consagra la “igualdad” del gobierno de la nación con las Comunidades autónomas, hecho inaudito según nuestra historia. Los redactores de la Constitución prepararon la gran crisis actual, bien para que los nacionalistas catalanes y vascos consigan sus objetivos, o que la Monarquía de Juan Carlos I caiga, conforme a la doctrina que ya hemos adelantado, por la que los regímenes patrios se corrompen, sin excepción, desde el siglo XIX. Sería aceptable que en los años de la Transición la presión exterior fuese muy fuerte, pero para preparar el terreno a los secesionistas, sin resistencia de las autoridades españolas de entonces.

La política española enfrenta un gran problema; se confía, que en última instancia el estado español suspenderá la autonomía catalana. Pero ya hemos aclarado que el parlamento español ha heredado el síndrome de las últimas Cortes de Franco. Además, la guerra terrorista sostenida por ETA, tanto tiempo y con bastantes éxitos, ha debilitado la resistencias de las instituciones españolas. Lo prueba la presencia de las marcas políticas de ETA en las instituciones vascas.

La Unión Europea debe ser la institución internacional que frene a los nacionalistas catalanes. Con Ángela Merkel en el gobierno alemán, los intereses europeos deberían prevalecer. De nuevo, los países mediterráneos toman la delantera en los asuntos políticos. Sin aún solucionarse la crisis de deuda soberana en Europa, la amenaza del surgimiento de nuevos estados en su seno, tendría que hacer reaccionar a Alemania, o la inoperancia de la Unión Europea se extenderá muy peligrosamente. La globalización es la coartada para que una región, con medios pacíficos, alcance un estatus de nuevo estado; es la inversión de valores en el plano político, que permite la injerencia en cualquier estado.

Acaso la negativa del parlamento británico al plan de EE.UU de bombardear Siria no se debe, en parte, a las implicaciones norteamericanas en los anhelos secesionistas de ciertas élites escocesas. El resultado del voto del parlamento del Reino Unido fue inesperado, por lo que la política exterior, a cuento de Siria, no es suficiente explicación.

El sistema parece que apuesta por mantener la situación sine die; problemas que no se resuelven y contaminan la sociedad civil, en beneficio de un régimen de grandes partidos políticos. Cataluña no accederá a la independencia, pero la tensión se agravará. No es una solución, sino un falso arreglo, porque el problema, lo repetimos, está en nuestra Constitución. La Monarquía parlamentaria de Juan Carlos I se sostiene, sin regencia ni abdicación.

La Pax americana vive unos tiempos muy tensos. 2014, el año de la Primavera Europea. El estado autonómico español es una trampa que la nación española no acierta a evitar. No hay líderes políticos capaces, ni instituciones civiles con una sólida presencia en el campo político. Todo es síntoma de una decadencia inexorable, con consecuencias imprevisibles.

Cataluña no persigue una equivocación como lo sucedido en 1934, en la II República española. Necesita. ahora, conseguir que las Islas Baleares y Valencia se unan para «resucitar» la Corona de Aragón. No estamos ante una independencia sensu estricto, sino a un movimiento recomponedor del estado español.

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