La guerra en Siria es consecuencia de la Primavera Árabe, hecho revolucionario para beneficio de la pax americana. Israel se perfila como el ganador de los cambios políticos y la destrucción de los países circundantes. Estados Unidos necesita cambiar los dictadores con los que haya colaborado, caso Mubarak, en Egipto. Libia no escapó a esta doctrina que aplica el país norteamericano, generación tras generación y presidente tras presidente. Otro tanto cabe con Siria, más matizado, pero con el refuerzo del enfrentamiento ente suníes y chiíes. Arabia Saudí y Turquía satisfechas, por el momento. ¿Cuándo se ocupará Estados Unidos del régimen saudí, de acuerdo a la doctrina expresada? Siria Mon Amour…

Estados Unidos ansía la caída del dictador Bashar al-Asad; es necesario en el plan de remodelar la faz política de Oriente Medio. La democracia occidental no es el verdadero objetivo; como prueba Irak y Siria, se antepone la destrucción y el enfrentamiento entre las ramas opuestas del Islam, Sunita y Chiita. El ataque previsible de EE.UU no tiene otro objetivo real que el derrumbamiento del régimen oficial sirio. Que Estados Unidos beneficia los intereses de Al Qaeda, entre otros grupos islámicos, no es una paradoja para los que creen que el 11-S fue un complot del gobierno norteamericano. No hay ninguna sorpresa sobre el papel.

España está en un plano muy discreto, en consonancia con Alemania, que no participa en coaliciones para intervenir en Oriente Medio. No sabemos sí el país germano es tan independiente de Washington o, por el contario, Israel veta la participación de Alemania en los conflictos que se desarrollan en esta región. No obstante, el retraimiento alemán explica la inoperancia de la Unión Europea. España hace lo correcto; nuestro país ha aprendido la lección de la II Guerra de Irak: Aznar traicionado por sus aliados en el 11-M.

El protagonismo británico, aunque corregido por su parlamento, y francés, no facilita la unidad europea en política exterior. ¿Consideran los gobiernos europeos que las consecuencias a largo plazo de la Primavera Árabe pueden recaer en Europa? El ardor de los gobiernos británico y francés no es mitigado por la abstención alemana. Las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial comparten intereses, salvo Rusia que podría discrepar de las potencias occidentales.

De facto, las armas nucleares impiden una gran confragación. La Guerra Fría así lo demostró. Israel ha perdido protagonismo militar, gracias a la Primavera Árabe; pero, como ya hemos comentado, la falta de iniciativa israelí, se compensa por los daños infringidos a los países citados (Libia, Egipto, Siria, Túnez…). La incertidumbre es otro componente nada despreciable.

Al conceder la Academia Sueca el premio Nobel de la Paz al presidente Obama, trató aquélla de condicionar la presidencia norteamericana. Pero precisamente el mandato demócrata consistía en no abrir nuevos frentes de guerra y mantener abierto el conflicto en Oriente Medio, algo conseguido con la Primavera Árabe. Obama no es un pacificador; se espera que los acontecimientos en Siria lo demuestren.

Los españoles somos víctimas de la pax americana. Nos dejamos llevar por la pasión para denunciar la dominación estadounidense. Ahora, el gobierno, acuciado por la corrupción interna, no se ha precipitado a formar parte de la coalición militar. Las bases españoles bastan a Washington. La flexilibidad tiene, antes o después, compensaciones.

La guerra en Siria es un capítulo de la Primavera Árabe, todavía no cerrado. Ni la diplomacia europea, ni el limitado poder militar europeo tienen peso en el escenario internacional actual. La guerra es un asunto siempre sucio, pero lo interno está tan en entredicho por la globalización, que el régimen sirio pierde la batalla propagandística.

Es fundamental, cabe esperar, que Estados Unidos no consiga sus objetivos en Siria. Así, la Primavera Árabe no sería un éxito rotundo para el país norteamericano e Israel. En estos días, la guerra en Siria nos revive la Guerra Fría. Rusia consigue llevar la iniciativa, una vez más. Estados Unidos ganó en falso esta guerra, por retirada de Rusia. El fracaso en Siria podría condicionar la Primavera Europea, un plan no desvelado, pero que se intuye por los hechos que acaecen en Cataluña. La seguridad de Israel precisa el desmembramiento de ciertos países europeos, como España, presa aparentemente fácil.

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