En plena campaña electoral por las Elecciones EE.UU. 2020, la geopolítica parece que sigue dominada por la trama del coronavirus, decisiones que no se toman y sospechas que se encadenan. Estados Unidos no puede frenar el ascenso de China; la pugna electoral norteamericana no supone un discernimiento del gran problema de Estados Unidos. “Las protestas de la plaza de Tiananmén de 1989, también conocidas como la masacre de Tiananmén, la revuelta de Tiananmén o el incidente del 4 de junio, consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes chinos, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989″. Wikipedia.

Estados Unidos no aprovechó, bajo la presidencia de George Bush padre, la crisis China para distanciarse de la potencia asiática, toda vez que la Unión Soviética no había consumado su disolución. Los propios equilibrios de la Guerra Fría se sostenían, aunque muy debilitados, y China pudo superar la crisis de Tiananmén sin encontrar el enfrentamiento de Estados Unidos.

Ni la Guerra de Corea (1950-1953) ni la posterior Guerra de Vietnam (1955-1975) afianzaron el poderío de Estados Unidos en la escena internacional. La permanente discusión sobre la congruencia de un sistema político liberal-democrático y una realidad de dominación mundial.

Las Elecciones EE.UU. 2020 no aclaran nada substancial sobre las bases políticas de la posición dominante de Estados Unidos en el mundo. El sistema capitalista reparte sus preferencias entre los candidatos, demostrando el nexo de unión entre el comercio y el poder político representado por el Estado. Es muy precipitado asegurar que el sistema capitalista en China es el caballo de Troya que conseguirá frenar el ascenso de la potencia asiática.

El presidente y candidato a las elecciones presidenciales D. Trump es la cabeza de lo que se ha venido en llamar facción patriota. Por su parte, el candidato demócrata, J. Biden, aparece adscrito a la facción globalista. Siempre todo se presenta bajo unos esquemas muy reduccionistas, que la realidad se encarga de desmentir. Pero en un artículo reciente, nos hicimos una pregunta inquietante:

¿Dónde se encuentra el reservorio de la franquicia nazi?

Aunque el atentado de las Torres Gemelas fuese de falsa bandera, no creemos que el citado reservorio se encuentre en Estados Unidos. La gran revuelta juvenil de años sesenta, que ha extendido su influencia hasta la actualidad, revela la insuficiencia norteamericana para sostener la antorcha Nazi. Es un asunto verdaderamente importante, porque es lo único que nos permite proyectar una vía distinta a la dualidad Estados Unidos-China.

No hay coaliciones de poder destacadas al margen de Estados Unidos y China. La facción globalista, vertebrada con el partido demócrata norteamericano, debe tener un compromiso político fuerte, no declarado. Sigue el juego democrático, por sus propios intereses y porque el statu quo de la II Guerra Mundial sigue vigente.

La misión de Rudolf Hess en gran Bretaña todavía está envuelta en el misterio. El jefe del partido Nazi viajó en 1941 a Escocia. No consiguió Hess refrendar el propósito de entablar una negociación con el Reino Unido. Acabada la II Guerra Mundial fue trasladado a la cárcel de Spandau, en Berlín, “donde permaneció solo hasta su muerte, el 17 de agosto de 1987”.

¿Podría ser Gran Bretaña el reservorio de la franquicia Nazi? Nos hacemos esta pregunta porque la cultura europea, supedita a la producción cultural de Estados Unidos, demuestra la influencia nazi, que llega hasta nuestros días, sin una oposición eficaz por nadie. A veces parece que las espadas están en lo alto, en espera de una oportunidad que se posterga.

Podría no haber vasos comunicantes entre la cultura europea y los centros de poder europeos; esto es poco creíble en sistemas políticos democráticos, precisamente. El liderazgo de la creatividad musical de Gran Bretaña se ha interrumpido por la música negra norteamericana (Hip-Hop).

El Brexit ha demostrado el ascendente británico sobre Alemania y sus aliados. El Reino Unido podría renunciar a un acuerdo con la Unión Europea para sellar la desunión. Europa espera algo de Gran Bretaña y aceptaría cualquier acuerdo verosímil.

Las Elecciones EE.UU. 2020 presentan unos candidatos amortizados; Biden tiene un perfil desdibujado; Trump no pierde su aversión por los políticos profesionales. Pero alguien debe ganar para que la credibilidad del sistema político democrático no obtenga más descrédito. El reservorio de la franquicia nazi es el santo grial de la geopolítica global.

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