Termina el año en curso con un atentado del Estado Islámico en Alemania, con menos ruido que los golpes terroristas en Bélgica y Francia. Europa soporta el terror, con inspiración política, desde la década de 1960, en concreto, el 12 de diciembre de 1969, en las oficinas centrales del Banco Nacional de Agricultura, en Milán.

La serpiente etarra irrumpió unos años después, con el asesinato del Presidente del gobierno español, almirante Carrero Blanco, en 1973. La actividad del grupo terrorista vasco ha sido larga; se detiene justo para dar paso al despertar del demonio yihadista del Estado Islámico en Europa. Decimos adiós 2016 para deducir la sincronía de las actividades del terror. Y Europa como uno de los objetivos permanentes entona el adiós 2016.

Donald Trump dice adiós 2016 habiendo conseguido la presidencia de Estados Unidos; enfrenta el presidente electo norteamericano unas constantes inquietantes: el terrorismo en Europa; el conflicto eterno de Oriente Medio; la globalización financiera y comercial. El poder disuelve los egos racionalistas de los políticos optimistas.

Justamente ahora reacciona airadamente Israel por la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU en contra de los asentamientos judíos; con la abstención de Estados Unidos. Israel ha observado una actitud muy pasiva ante el devenir de la Primavera árabe; está claro, que sujeta a los planes de los inspiradores de dicha primavera. La suerte de Siria no es indiferente a Israel, que aparentemente no intervendrá para derrocar el régimen sirio alauita, sino lo consigue la yihad.

Sin embargo, la provocación internacional con la resolución reciente del Consejo de Seguridad de la ONU puede acercar un poco más a Israel a verse tentado a hacer algo con la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén. Los símbolos encierran el poder del que carecen los gobernantes. Esta sería la causa cierta de un conflicto de envergadura en Oriente Medio. Israel es una potencia nuclear.

Todo lo expuesto nos remite a una conclusión nada favorable a la soberanía popular; los Estados se comparan entre sí; adoptan las reformas legales, políticas o culturales que otros Estados introducen, con la aprobación o no de las sociedades respectivas. Para un Estado, aún con un régimen democrático liberal, sólo importa lo que hace otro Estado, de la zona geográfica correspondiente.

La soberanía popular es un mito que forma parte de la propaganda democrática, con insistencia.

Decimos adiós 2016 y comprobamos por el atentado citado en Alemania, que el país germano es el líder europeo indiscutible en la economía; no así en la política, ya que Francia es una potencia nuclear. El Brexit británico rompe una alianza y el problema para Alemania fue estrictamente de alianzas en la II Guerra Mundial. ¿La UE es una unión política con sentido geoestratégico? Si se ejecuta el Brexit, no.

Incidentes terroristas desde el siglo XIX: Wikipedia