McKinsey & Company nos recuerda la importancia de China para el mercado del lujo. Conviene recordadlo de vez en cuando. El comercio ha sido siempre un poder del Estado; una forma práctica de proyectar el poderío de una nación. Pero no debemos, a fuerza de convencerse, de olvidarnos que China no puede despreciar el poder militar y el poder de la religión.

La Tv pública española, la 2, proyecta en estos días de agosto la serie documental “La senda de Jesucristo hasta Constantino”. En China hay 100 millones de cristianos; no parece que nada detenga el crecimiento de los seguidores de Jesucristo. La religión cristiana ya no es una amenaza para el Partido Comunista chino. Conviene recordadlo de vez en cuando.

El primer mandato de Donald Trump ha quedado marcado por el nerviosismo de la Casa Blanca con China. La guerra comercial parece ser la máscara pacifista del mandatario estadounidense. Hace ya tiempo que Le Monde diplomatique dibujó un posible conflicto en el Mar de la China. Hay varias islas que reivindica China; pero Estados Unidos es una gran potencia naval, algo que le proporciona la primacía mundial y la del dólar. Conviene recordadlo de vez en cuando.

¿Por cuánto tiempo? Podríamos apostar que Estados Unidos recurrirá a la guerra, pero nunca golpea primero, como ya pasó en la Guerra contra Japón, Corea, etc. No obstante, una nación como Estados Unidos, marcada por las matanzas de personas indefensas, una forma de violencia estructural, necesita revertir la situación. Estamos ante un signo evidente de la decadencia; conviene recordadlo de vez en cuando.

Un contrapunto a la situación en Estados Unidos son las revueltas registradas en Hong Kong. Según informa South China Morning Post, el gobierno chino advierte de signos de terrorismo, en las citadas revueltas en la ciudad ex británica. No parece que Pekín haya responsabilizado a las potencias occidentales de los acontecimientos en Hong Kong, provocados por una ley de extradición. No parece una revuelta de color; Asia no debería caer en una fácil imitación. La Red Voltaire no piensa lo mismo, dado que Hong Kong es una plaza muy occidentalizada.

Para agravar más la situación, los activistas de Hong Kong encuentran refugio en Taiwán. Más presión para las reivindicaciones de China. Sabemos que Estados Unidos tiene predilección por la región de Asia-Pacífico. Un conflicto de baja intensidad perjudicaría directamente a China.

Estaremos muy atentos a la evolución de los acontecimientos en Hong Kong. China goza de un ciclo muy largo de éxito, desde el viaje del secretario de estado, Henry Kissinger, en 1971, a China. Hasta el momento, Estados Unidos no ha hecho nada importante para frenar el ascenso de China. Y Donald Trump, que proviene del mundo del comercio, debe cuidar su reelección como presidente de Estados Unidos. Conviene recordadlo de vez en cuando.

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