De nuevo el enfrentamiento diplomático entre Estados Unidos e Israel contra Irán aviva las tensiones que alcanzaron un tono alto el año pasado. La paz mundial está practicamente asegurada, si exceptuamos Oriente Medio, en lo que a la seguridad de Israel se refiere. La clave del orden internacional está en la II Guerra Mundial, a pesar de la Guerra Fría y la guerra contra el terrorismo islámico. Sólo las grandes confrontaciones militares modifican el status quo. El marketing político, impresencidible para las democracias occidentales, propone modelos históricos que no se corresponden con la realidad: la globalización no cambia el orden establecido por Estados Unidos y sus aliados, tras 1945.

Insoslayables. Aunque parezca mentira, el orden internacional, aún hoy, está supeditado a la II Guerra Mundial. Las grandes potencias vencedoras, lideradas por Estados Unidos, acordaron (9-6-2010) sancionar a Irán, porque se sospecha que persigue el arma nuclear, y se tiene que evitar, a toda costa.

La resolución 1929 de la ONU fue firmada, entre otras naciones, por Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania; todas ellas poseedoras de un arsenal nuclear, a excepción del país germano. El Líbano se abstuvo. La ONU no es una organización inútil, a pesar de contar con tantos detractores. El Consejo de Seguridad, su órgano principal, consagra las reglas internaciones que siguen los países, según sus conveniencias y limitaciones.

Las campañas militares regionales de Estados Unidos en Irak y Afganistán, son secuelas de la Guerra Fría, y no han modificado, por lo tanto, el status quo internacional, a pesar de cuanto se ha dicho. Por el contrario, la entente entre Irán, Turquía y Brasil, no compromete la paz en Oriente Medio, pero no es una garantía para Irán, que no cuenta con el apoyo de una gran potencia, si es que su meta –lícita– es militar y no exclusivamente civil.

No son verosímiles los augurios de enfrentamiento de Estados Unidos con China o Rusia, según la lógica de los conflictos, impuesta desde la II Guerra Mundial, y con el arma nuclear como protagonista absoluto. Israel, “el miembro número veintinueve de la OTAN global”, no tolera el desafío iraní. Las grandes potencias, que han acordado la resolución 1929, deben algo todavía al Estado judío, lo que, por ahora, asegura la paz global. Israel no baja la guardia, en unos momentos de gran confusión estratégica, debido a las campañas militares norteamericanas citadas, con el apoyo de la OTAN.

La diplomacia de Estados Unidos ha logrado concretar unas sanciones que ya se aplican; afectan a las finanzas y tecnología de Irán, alcanzando al petróleo. Pero, los norteamericanos confían en que Rusia aplazará sine die la entrega a Irán de los misiles antiaéreos S-300 (Jacques Lévesque, “Irán y Rusia, entre cooperación y tensiones”, Le Monde diplomatique en español, julio del 2010), ahora que varios analistas aseguran que Israel atacará las instalaciones nucleares iranies.

Las reacciones de los Estados occidentales ante el ataque de Israel a la flotilla de La Libertad, no suponen censura alguna al Estado judío; la operación “Plomo Fundido” de Israel contra Gaza fue financiada por Arabia Saudí. Israel obtiene ventajas del mundo occidental y árabe, mientras Irán aparece contra todos, en una encrucijada histórica. Mientras, “el sionismo religioso avanza, lento pero imparable, hacia el control del Ejercito israelí”.

El grandísimo escritor argentino, Jorge Luís Borges, escribió el Aleph (1949); en un relato corto, Deutsches Requiem, glosa la confesión de un alto funcionario nazi, subdirector del campo de concentración de Tarnowitz; “el mundo se moría de judaísmo…” decía, poco antes de ser ajusticiado.

Nuestra época, aunque las apariencias engañen, guarda muchas similitudes con la II Guerra Mundial. Algo no cambia. El orden político, diplomático y económico se conserva, hasta que una gran conflagación… pero las armas nucleares lo impiden. Razón por la que Israel quiere tener el privilegio se ser la única potencia con armas atómicas, en Oriente Medio.

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