El senador Carlos Mulet repitió “Cataluña, Cataluña, Cataluña…” a lo largo de un minuto en la Cámara Alta. Pertenece al partido Compromís (Valencia). Coincidiendo con el juicio a los cabecillas independentistas catalanes en el Tribunal Supremo, la crisis catalana sigue abierta.

Un escritor como Juan Manuel de Prada ha manifestado recientemente que “Cataluña es una nación…” Simplemente es otra manera de decir “Cataluña, Cataluña, Cataluña…”

Cataluña es una región, con sus peculiaridades como cualquier otra región española o europea. El título de nación es exigente y la historia o la lengua propia no es suficiente para alcanzar el título de nación.

Un territorio se reconoce como nación si un levantamiento armado contra otro pueblo, sostenido en el tiempo consigue un reconocimiento internacional. Una nación con Estado o sin Estado. Cataluña no encaja en este presupuesto, mal que les pese a los políticos catalanes nacionalistas. Argucias jurídicas, políticas o literarias no obtienen para un pueblo un título de nación. Cosa distinta es que todo lo que se hace o se dice al respecto persiga el reconocimiento internacional, todavía no alcanzado.

El pacifismo catalán encajará muy bien en una cultura actual poco o nada proclive a los valores militares. Pero los Estados son cosa muy distinta. No obstante, siempre hay que desconfiar. Recuérdese como el Estado Vaticano reconoció a Croacia, adelantándose a la UE y ha sentado un precedente inquietante. El líder de Esquerra Republicana Oriol Junqueras, en la cárcel, por haber sido vicepresidente del gobierno catalán enjuiciado, es católico practicante.

“Cataluña, Cataluña, Cataluña…” La actividad de la banda terrorista ETA, ¿consigue para las Vascongadas el título de nación?

Estamos ante las acciones prolongadas en el tiempo (varias décadas) de una banda criminal, con intencionalidad política y que profesaba culto al nacionalismo vasco. No ha habido un enfrentamiento entre el pueblo vasco y el pueblo español. ETA surgió en un contexto europeo convulso. El terrorismo tenía varias franquicias (Brigadas Rojas, El IRA o la banda Baader-Meinhof). ETA ha sido el estandarte del nacionalismo vasco; sin ayuda externa, como el refugio en Francia, la organización vasca no hubiera existido.

ETA se retira al aparecer en Europa el terrorismo yihadista; la dirección estratégica de la banda vasca estaba en otro lugar, otro país, etc.

Cierto que hay buenas relaciones entre el nacionalismo catalán y el vasco; la figura del Lendakari Urkullu aparece como mediadora. La representación parlamentaria de los respectivos partidos nacionalistas ha sido constante en el régimen de 1975. Pero no existe una unidad de facto de las comunidades vasca y catalana nacionalista.

Como hay una resistencia para cambiar la ley electoral vigente, es menester la caída de la Constitución del 78. El régimen del 75 optó por proteger a las formaciones nacionalistas periféricas. Y no ha conseguido su propósito original.

Que personajes como el referido escritor y otros se erijan en defensores de la causa abierta por la Generalidad catalana es una prueba de la descomposición del régimen del 75. Algunos saldan cuentas personales pendientes o rinden pleitesía a patrocinadores sin reparar en las consecuencias. “Cataluña, Cataluña, Cataluña…”