La repentina muerte del Fiscal del Estado, D. José Manuel Maza, mientras se encontraba en Argentina, reabre las sospechas, por la oportunidad del óbito, de que el gobierno español, con el principal apoyo del PSOE, intentarán, por encima de todo, recomponer el pacto de la Transición.

Las declaraciones de los líderes de la UE sobre la rebelión de la Generalidad catalana dejan claro que no quieren un problema político permanente en la península ibérica. Es la razón por la que la famosa apuesta de Rajoy sigue vigente, de Moncloa a Zarzuela, en tanto la situación política en España lo requiere.

No obstante, ya hemos indicado que el conflicto político que justifica la rebelión de las instituciones políticas catalanas está en la propia Constitución de 1978, pues la legalidad republicana convive con el orden constitucional establecido en dicha carta magna.

No hay signos, por las declaraciones de los políticos del bloque constitucional, que se coja el problema central y se pretenda resolverlo. Tanto Partido Popular y Partido Socialista coinciden en defender las bases del régimen del 75; Ciudadanos aparece desplazado de la escena, aunque sea el partido con mejores augurios electorales en los comicios del 21 de diciembre en Cataluña.

Precisamente hoy se cumplen 41 años de la aprobación de la Ley de para la Reforma Política, el gran hito de la Transición española y un éxito del presidente del gobierno, D. Adolfo Suárez, y del presidente de las Cortes, D. Torcuato Fernández-Miranda. Las Cortes franquistas aprobaron el proyecto, que refrendó el pueblo español también por mayoría. El Rey, Juan Carlos I se apuntaba un tanto.

El asesinato tres años antes del presidente del gobierno, Almirante Carrero Blanco, no condicionó el desarrollo posterior de la Transición española. Fue precisamente Carrero Blanco el que trasladó la Presidencia del gobierno del Paseo de la Castellana al complejo de la Moncloa, en Madrid. Hay decisiones que perduran: de Moncloa a Zarzuela.

España no conocía el régimen democrático de partidos políticos. La influencia del franquismo parecía dominar la situación política pero la social empezaba a cambiar. El partido de la Transición fue UCD, encabezado por D. Adolfo Suárez, que ganó las primeras Elecciones Generales, en 1977. UCD consiguió 165 escaños de diputados; Alianza Popular obtuvo 16; la derecha política estaba dividida y los prohombres franquistas, como otras corrientes políticas, se repartían entre estas formaciones.

Se aprueba la Constitución española en 1978 y se concreta el pacto de la Transición, con los partidos nacionales y los nacionalismos vasco y catalán. Las dos legalidades, republicana y orden constitucional, se equilibran y son el precio a pagar para alcanzar el pacto.

Tras las segundas elecciones, que las gana otra vez UCD, con D. Adolfo Suárez, a la cabeza, la Transición se vuelve contra la Transición; el partido ganador, Unión de Centro Democrático se descompone, una vez comienza la lucha por el poder; la oposición liderada por el PSOE se recrudece y se presenta la primera moción de censura.

El régimen del 75 se vuelve contra la herencia franquista; con el protagonismo directo del Rey, se organiza el 23-F, una operación política para defenestrar definitivamente al presidente D. Adolfo Suárez y desprestigiar al Ejército franquista.

Seguimos al historiador y periodista Jesús Palacios, que ha investigado el 23-F y arroja unas conclusiones claras: se trató de un complot, en el que aparecen engañados los militares implicados, que obedecían al Rey. El gobierno de coalición era la justificación para ejecutar esta operación en 1981. Misteriosamente se desvaneció

No hubo ningún gobierno de concentración entonces, ni ahora. Fue un completo engaño que facilito la victoria del PSOE, con mayoría absoluta, un año después. La monarquía recaía en Juan Carlos I, que había demostrado su gran habilidad política al utilizar a D. Adolfo Suárez, el tiempo justo; la traición del Rey no se hizo esperar y la carrera política de D. Adolfo Suárez terminó abruptamente.

El conflicto con los nacionalistas vasco y catalán es consecuencia de dos legalidades enfrentadas; pero también la Monarquía está comprometida. El comportamiento del gobierno de D. Mariano Rajoy se presta a interpretaciones varias, pero es un hecho que ha jugado con las dos legalidades. La derecha política no es abiertamente republicana; ¿el reinado de Juan Carlos I estuvo a punto de conseguirlo?

Felipe VI debe recomponer el prestigio de la Corona española. Queda muy lejos un convencimiento mayoritario de la sociedad española sobre la conveniencia de la Monarquía.

Y todo por la reputación de la familia de los Borbones. De Moncloa a Zarzuela, los correos se suceden sin resolver los problemas…

 

 

Print Friendly, PDF & Email