El caso Nóos, uno de los asuntos judiciales más llamativos para la opinión pública española, ha conocido un primer desenlace, porque cabe recurso ante el Tribunal Supremo;y la Justicia igual para todos sea cumplido con creces, como ha manifestado el Ministro de Justicia y otros altos representantes del Estado español.

La Infanta Cristina de Borbón ha sido absuelta y se cumpla a rajatabla con la Justicia igual para todos, dado que Ana María Tejeiro, la mujer de Diego Torres, también ha quedado libre, aunque debe satisfacer una cantidad económica (344.934 euros). No se condena a la aristócrata y se hace lo mismo con la representante del pueblo.

La Justicia está sometida al imperio de los condicionantes, las circunstancias concurrentes, la posición y riqueza de los encausados y la actitud de la opinión pública, que se canaliza a través de los medios de información. La muerte de la verdad es un hecho; la muerte de la Justicia es tan cierta como las sentencias.

Según los citados medios periodísticos, sin más, adelantaban que el deseo de los dos principales actores del caso, Iñaki Urdangarin y Diego Torres es que ambas mujeres quedarán libres; ambos maridos han sido condenados a 4 y 6 años, respectivamente. Estamos ante una Justicia a la carta, que multiplica las posibilidades de los encausados, según la pericia de los abogados y el papel de los medios de comunicación, que emiten sus propias sentencias.

El establishment español necesita cabezas de turco para cerrar la crisis económica que todavía se proyecta en la Justicia. Partido Popular y Partido Socialista deben quedar limpios de polvo y paja ante la opinión pública. Nóos, Gürtel, Bárcenas, Rato y Blesa… cargarán con la culpa social de los desarreglos colectivos de la sociedad española. No nos olvidamos de los ERES de Andalucía.

La corrupción no es un fenómeno excepcional que aparece en determinados momentos; se necesita un entramado complejo, fino, con diversos resortes, que no se improvisan en la soledad de un corrupto.

Nada cae en saco roto; el régimen del 75 resiste los envites del tiempo y de la idiosincrasia española. El rey Felipe VI no puede cambia la historia de los Borbones, porque engrandece a la sociedad española.

La independencia de la Justicia es sencillamente imposible; el régimen político imperante no puede prescindir de una Justicia integrada en el aparato administrativo, con cargas políticas y sociales evidentes. Hablaríamos de otra sociedad, otro país, etc.

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