Sigue desconociéndose el origen del hombre, aunque la teoría de Darwin domina la ciencia moderna, sin que desaparezcan las interpretaciones religiosas. Eso sí, reconocemos que nuestra especie es el Homo Sapiens, que surgió en África hace 200.000 años, aproximadamente. Nunca antes habíamos oído que hace unos 60.000 años nuestra especie cambió; el original Homo Sapiens no era todavía lo que reconocemos como humano, según el excelente documental de National Geographics sobre el origen del hombre.

Los rasgos propios del hombre, condensados en el concepto de creatividad ( hablar, crear y dominar el entorno) surgen a partir de un gran acontecimiento destructor que ocurrió hace 74.000 años, la erupción de un súper volcán en Indonesia, que a punto estuvo de acabar con la vida humana en el planeta. En mil años, el clima cambio por completo y, después, sobrevendría una glaciación. El documental citado estima que la especie humana quedó reducida a 1000 ó 2000 individuos, a lo sumo. La respuesta del Homo Sapiens fue un salto cualitativo y dejó la animalidad esclava. El lenguaje, el arte rupestre, herramientas mejoradas, etc.

El análisis genético, a partir de muestras de sangre, demostraría que los humanos tenemos un origen común. El documental muestra al pueblo San en el desierto del Kalahari, que sería la comunidad humana más antigua del planeta.

Lo que nos interesa destacar es el concepto de salto cualitativo, manejado por antropólogos y otros investigadores. Parecía raro aceptar esta hipótesis, pero hemos conocido el siglo XX y reconocemos que la especie humana ha experimentado otro salto cualitativo, genuino que ha modificado los patrones existenciales en una buena parte del mundo.

Entonces, una destrucción originada por la naturaleza provocó la evolución humana; cuidado que no es el concepto darwiniano. Sin embargo, el salto de la especie humana en el siglo XX ha sido provocado por una gran destrucción, pero de la mano del hombre, con las vastas guerras mundiales.

Y como colofón al frenesí destructor del siglo XX, fue el descubrimiento de la energía nuclear con fines militares, gracias al mega proyecto Manhattan, y la capacidad destructiva del hombre se iguala con la naturaleza. Y precisamente la destrucción es un caro concepto de las religiones.

Quién podría imaginar la tecnología revolucionaría que ha aparecido en el siglo XX, con el desarrollo de la ciencia moderna, sin que el ser humano haya cambiado como especie. Además, constatamos que los procesos se fundamentan en múltiples factores que se concatenan, a un ritmo no siempre igual, con retrocesos y avances, hasta culminar en algo nuevo.

Aunque el origen del hombre siga en el misterio, el paso del tiempo nos ayuda con nuestro pasado. El documental de NG es muy bueno y digno de verse varias veces para convencerse de que el destino de la especie humana permanece aparentemente en nuestras manos.

Print Friendly, PDF & Email