El Brexit, a partir de la decisión del gobierno británico, el pasado 29 de marzo, ha vuelto a poner sobre la mesa el concepto de la geopolítica, la determinación de la geografía en los movimientos y resortes de la política internacional.

Gran Bretaña nunca tuvo que haber ingresado en la superestructura europea; al tratarse básicamente de un acuerdo franco-alemán, el Reino Unido carece de razones para integrarse en la UE. Con el derecho de veto en la ONU, y fuerza militar nuclear propia, el Reino Unido refuerza el bloque anglosajón. Ahora la UE se sostiene por la entente franco-alemana, exclusivamente; Francia es una potencia nuclear.

El liderazgo del citado bloque es Estados Unidos, un estado imperial en sí mismo, como Rusia, que no forma parte de ningún bloque. Tanto Estados Unidos como Rusia ven amenazada su integridad territorial, a medio y largo plazo. El país norteamericano por México, y por ello la campaña en pos de un muro en la frontera con el país hispano es una realidad que propugna el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

La geopolítica parece que obsesiona a los gobiernos como a comienzos del siglo XX. Rusia sabe que su parte asiática está amenazada por la pujanza de China. Rusia es una potencia que no forma parte de ningún bloque y no hay signos de cambio al respecto.

La obsesión del emperador Napoleón, en el siglo XIX, de conquistar Rusia, ha sido el gran movimiento de la geopolítica, que ha justificado los actores y dramas del siglo XX.

Alemania no puede repetir errores del pasado; el bloque europeo no dispone de fuerza militar, por lo que no se encuentra en pie de igualdad con otros bloques. La OTAN es la punta de lanza del bloque anglosajón, que arrastra a Europa, tras la caída del régimen soviético.

Oriente Medio es el teatro de operaciones de la geopolítica; la determinación de Israel es lo más sobresaliente y la desunión del bloque islámico es un hecho, a partir de la guerra en Siria, que podría estancarse sine die.

Estados Unidos borra su relación con regímenes dictatoriales o autoritarios: Egipto de Hosni Mubarak; Libia de Muamar El Gadafi; Irán de el Sha Reza Pahleví. Son algunos ejemplos de la política exterior norteamericana, que también alcanzó a Chile, con el arresto domiciliario del General Pinochet, en Londres, en 1998. España no escapó a este destino, porque el asesinato del presidente Almirante Carrero Blanco, en 1973, pudo contar más que de sobra con la colaboración de Estados Unidos.

Precisamente España estuvo interesada en tener armas nucleares tácticas, el proyecto Islero que se frustró, en última instancia. España, a pesa de su pertenencia a la UE, es también un país aislado, sin respaldo para la defensa del eje Baleares-Canarias, con las plazas españolas de Ceuta y Melilla en la encrucijada.

La paz internacional es obra de las armas nucleares, que impiden una gran confrontación; sin embargo, las guerras regionales sostienen el sistema de garantías internacionales. La geopolítica interesa a gobiernos, corporaciones, organismos multinacionales varios, etc.

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