150 años, la condena que recibió Bernard Madoff, en junio del 2009; se le detuvo en diciembre del 2008. EE.UU resolvió rápido el caso Madoff; ya antes, la administración norteamericana permitió la caída de Leman Brothers, en septiembre del 2008, para conjurar toda clase de presiones adicionales sobre el sistema financiero y político de Estados Unidos.

Por el contrario, el caso Nóos arrancó en el 2010, a partir del caso Palma. Es noticia corriente en los mass-media; ahora con la infanta Cristina.

El caso Gürtel empieza en febrero del año 2009. Supone corrupción del Partido Popular, pero el caso no le impidió acumular poder: el gobierno de España, con mayoría absoluta, el juez Garzón apartado y la confianza de Europa en el PP.

Los casos Nóos y Gürtel siguen abiertos.

La justicia española es diferente de la norteamericana. Las concomitancias entre poder político, poder financiero y aparato judicial son comunes a España y Estados Unidos. Sin embargo, la corrupción propia, la falta de sentido de estado de una parte de los jueces españoles y la rivalidad PP-PSOE permiten que la justicia en España siga por otros derroteros. Nóos y Gürtel son dos pruebas fehacientes.

La infanta Cristina vuelve a ser noticia. Ella está cada vez más cerca de conseguir una inmunidad de facto, porque el caso de las fincas, que no son finalmente de su propiedad, no tiene otro sentido. Las altas instancias del estado español han intervenido para exonerar a la infanta Cristina de Borbón. Lo que deja traslucir este último episodio es que el caso Nóos no arrastrará a la infanta.

El caso Gürtel también se dilata en el tiempo, hasta que los políticos comprometidos obtengan la coartada que puede propocionarles el señor Bárcenas. De nuevo, los mass-media se dejan llevar por lo fácil, es decir, la figura solitaria de Bárcenas, para beneficio del sistema, con unos partidos mayoritarios rivales, pero con intereses comunes con los grupos financieros, y con la necesaria complicidad del aparato judicial español.

Por si no fuera suficiente

Por si no fuera poco, el pueblo español, tiene ahora el entretenimiento asegurado con el juicio contra José Bretón, acusado del asesinato de sus hijos. Antes fue el caso de Marta del Castillo, cuyo cuerpo no aparece.

Los mass-media amplifican estos casos judiciales para contrarrestrar los efectos de la crisis económica entre los españoles. ¿Fue antes el huevo que la gallina?

El estado está directamente interesado que la corrupción moral de la sociedad española produzca crímenes de esta guisa. La justicia garantista aporta el resto, que aprovechan principalmente los canales de televisión ante la opinión pública.

¿Fue avisada la nación española de esta conspiración?

En España, en el verano de 1975, mientras agonizaba el régimen de Franco, se perpetró el crimen del cortijo sevillano de los Galindos. En un tiempo de incertidumbres y traiciones, bajo la determinación del silencio, el asesinato de cinco personas, a sangre fría, anticipó la laxitud del pueblo español, condición indispensable de la Monarquía parlamentaria.

El crimen de los Galindos permanece irresuelto; un delito que ha prescrito para la justicia, dada la doctrina laxa del Código Penal, expresión precisa del amoral estado moderno, que se sirve de la inseguridad, a consecuencia de los graves actos terroristas y de los delitos de la delincuencia organizada y común, para amedrentar a los ciudadanos, en vez de los antiguos métodos represivos, mal avenidos con las ventajas materiales de la sociedad y a pesar de la pérdida de libertades.

El delito es útil para el estado español, de apariencia democrática, y dada la falta de un fondo liberal en la sociedad española. El delito socava el orden burgués. No hay que rasgarse las vestiduras. Los presos se han utilizado a lo largo de la historia. Por ejemplo, las autoridades del Zar de Rusia, ante el avance de las tropas de Napoleón, liberaron a los presos para que incendiasen Moscú.

Cumplieron con la orden, como hoy cumplen con las órdenes difusas y discretas que el estado manda a las organizaciones terroristas y criminales. La nación española no junta las piezas del rompecabezas. El estado moderno devora el pasado. Cuenta con infinidad de medios, coartadas y maneja varias ideologías, gracias a un aparato de propaganda eficaz. Una acción terrorista encerrada en un golpe revolucionario, a pocos días de unas Elecciones Generales, obliga a una mayoría de ciudadanos, que confían en el sufragio universal, a descontar el delito. Esto es el 11-M.

 

 

 

 

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