La violencia estructural 2023 es uno de los fenómenos más palpitantes de la actualidad y, sin embargo, no es analizado en profundidad, como debiera ser ante un problema tan grave y que destruye la sociedad, silenciosamente.

Ya en 2019 tratamos este asunto; si, en apariencia, el Estado multiplica los esfuerzos para frenar los casos de violencia de género, la violencia estructural es un hecho que favorece el control social y político del pueblo por parte del Estado. Hay otras manifestaciones de violencia estructural, pero constatamos la muerte de 6 mujeres, en el ámbito familiar o en relaciones cercanas, en lo que llevamos de 2023.

Violencia estructural 2023 sigue ocupando un espacio muy destacado en los telediarios televisivos. Los informativos han reservado unos cuantos minutos para presentar al público los crímenes que se suceden, día tras día, y que son protagonizados por ciudadanos corrientes que no tienen vínculos con la delincuencia establecida.

La violencia estructural no tendría una dimensión política, propiamente dicho. Siempre ha existido una cierta violencia en el seno de la sociedad, pero desde que apareció el terrorismo, el fenómeno del aborto y las bandas juveniles violentas, por ejemplo, nos hemos acostumbrado ha ser sujetos pasivos, que cumplimos con el deber ciudadano de votar, pero que no ejercemos una protesta colectiva ante un hecho tan preocupante como la violencia estructural.

Lo cierto es que el interés de los partidos políticos, más unos que otros, en extraer rentabilidad electoral con la violencia de género. Sin embargo, los partidos no analizan la violencia estructural en su conjunto, porque sería un hecho demasiado arriesgado y que cuestionaría el pacto social que fundamenta la democracia parlamentaria.

Uno de los componentes de la violencia estructural es la violencia sexual. Para tener en cuenta la verdadera intención del Estado, observemos que la consecuencia de la aprobación de la Ley “Solo sí es sí” es la rebaja de la condena de agresores sexuales. Curiosa paradoja que demuestra la manipulación de la violencia sexual por parte de los partidos y del propio gobierno en activo. ¿Cómo una ley aclaradora produce el efecto más pernicioso que se podría esperar?

La violencia estructural 2023 potencia el miedo en la sociedad. La producción audiovisual norteamericana sigue con alta dosis de violencia en su contenido. Parecería inocente, pero es todo lo contrario. La relevancia de la violencia tiene una premisa: el cuidado con los guiones que ponen los productores de series de televisión y de películas comerciales. Estaríamos ante una manifestación del nihilismo social que domina la cultura popular, en la actualidad.

Con la violencia estructural parece que la sociedad juega a la ruleta rusa. Creemos que es un fenómeno ajeno, que no tiene porque alcanzarnos. Es cierto, pero la perversa función de los medios de comunicación es extender el miedo, a través de la cobertura informativa de los casos de violencia de género, violencia sexual, formas de acoso, etc.

Recientemente, hemos celebrado el nuevo año 2023. Alegría en la calle, aunque sea por espacio de una noche. La Guerra en Ucrania prosigue y la inflación augura recesión económica para algunos países de la zona europea. La violencia estructural 2023 ha surgido con fuerza y nos enseña el control político que pretende el Estado. Los recientes acontecimientos en Brasil, con el asalto de instituciones democráticas, nos recuerda el asalto al Congreso de los Estados Unidos, en 2021. Estamos ante una manifestación de violencia estructural.

No hay forma de frenar las manifestaciones violentas que aparecen en la sociedad. Las distintas religiones no se posicionan ante este fenómeno. El protagonismo recae en los actores implicados en los casos de violencia estructural, en los partidos políticos y asociaciones vinculadas con diferentes ideologías reivindicativas.

 

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