Nuevo partido entra en escena, Vox. Para la política española es vox populi. Cierto es que el personalismo se puede entrever entre los personajes que públicamente han lanzado el  nuevo actor colectivo, que promete regeneración y esfuerzo. Santiago Abascal, Ortega Lara, Ignacio Camuñas, José Luís González Quiros y Cristina Seguí presentaron este partido de centro-derecha, que no nace de la ruptura del Partido Popular, pero al que nuevos políticos pueden adherirse, en próximas fechas.

Vox parece una clara invitación para que José María Aznar remueva la política española y desafíe al Partido Popular de Rajoy. Las tertulias políticas jugarán al acertijo, mientras la alcaldesa de Madrid, esposa de J. M. Aznar, se enfrenta con la delegada del gobierno en la capital, Cristina Cifuentes, por la detención de un bombero, en los tumultos madrileños, que apoyaron al barrio burgalés de Gamonal. La alcaldesa ya no tiene nada que perder, porque es consciente que no será candidata a renovar el cargo, con lo que aviva la desafección de la familia Aznar por el Partido Popular.

El estandarte moral es suficiente para dar el aldabonazo de un nuevo partido. El pueblo español reconoce deudas. Los largos años de amenaza por ETA se pagaron con la ambigüedad de la Iglesia Católica. La moral pública se resiente, como demuestra el papel del ministro de Interior, Sr. Fernández Díaz, en el enjuague con la banda terrorista ETA, a pesar de que el ministro es supernumerario del Opus Dei. ¿Qué papel ha desempeñado la Iglesia en la solución final de ETA?  Se necesitan políticos independientes de sociedades religiosas o secretas, pero la preeminencia del Opus, que se mantiene hasta nuestros días, asegura el poder de la Iglesia Católica, bajo cuerda, en la política española.

El programa de Vox es el manifiesto de un partido nuevo, en la oposición. Tampoco reclama el advenimiento de un nuevo régimen, dada la ruina de la Monarquía de Juan Carlos I, que se encargó de destacar Ignacio Camuñas, en la citada presentación del partido, ante los medios de comunicación. La eliminación de las autonomías, también propugnada por Vox, carece de realismo, y es un asunto que exigiría un referendo nacional.

Nuestro voto es secreto. Ninguna formación consigue el tirón definitivo. El asunto catalán y vasco y la generación de empleo dividirán al electorado. No podemos entender la política española sin los personalismos; por eso, la profusión de siglas y mensajes. Vox comienza de la misma manera.

Gamonal en la política española

Los sucesos del barrio burgalés han concitado el interés de toda España. Hay tradición de brotes revolucionarios, en el norte de España. Para el alcalde de Burgos, otros ediles y servidores públicos en general, la figura de Adolfo Suárez es paradigmática. Era el año 1976, un grave conflicto se desata en Vitoria; el ministro de la Gobernación en funciones, Adolfo Suárez, toma el control de la situación e impresiona al rey de España, Juan Carlos I. El titular de la cartera ministerial era Fraga, que estaba en Alemania, en viaje oficial. La suerte del político de Ávila cambio para siempre.

Saberse comportar y despertar la admiración de los superiores es la prueba más importante para un político democrático. Ni la doctrina, la moral o el aval popular son imprescindibles para medrar en la política española. El oportunismo como razón de ser de los personalismos.

Así, para el alcalde de Burgos o la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes o cualquier otro servidor público, lo que se dice y hace, ante una situación delicada y embarazosa, puede determinar el éxito o el fracaso. El ascenso o la caída de un político.

Más difícil para un alcalde, como el de Burgos, porque tiene trato directo con los vecinos, por lo que el recorrido político podría ser corto. Para altas magistraturas conviene el mínimo roce con el pueblo:  Suárez, Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy, ninguno fue alcalde. Para los aristócratas es distinto, como la Familia Real. La situación de la Infanta Cristina posiblemente pertenezca a otro tiempo. La corrupción empieza en las altas clases sociales y, sin tregua, extenderse por la organización social toda.

Al igual que el franquismo no era posible sin Franco, el juancarlismo no se prolongará, sin el rey Juan Carlos I. Nuestro pago al personalismo. Ahora, se necesita una nueva “solución Príncipe”, porque las tensiones económicas y financieras y la grave crisis política, a partir del desplante catalán, cierran el paso al advenimiento de una nueva república. La política española carece de instituciones fuertes, capaces de soportar un giro radical. Vox, el partido de centro-derecha, no anticipa una ruptura blanda de la mano de Felipe VI.

Queda claro que no entendemos la política española sin los personalismos. Vox, por lo tanto, no es una excepción. El foco se centra en los líderes y no en los partidos, mezcla de intereses e ideología, en mucha menor medida.

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