El bipartidismo podría deparar, tras las elecciones del 20-D, una gran coalición entre PP y PSOE, como en Alemania. La apuesta de Rajoy sería un éxito si se lograse tal acuerdo, toda vez que la crisis económica deja aún un lastre de millones de parados y la crisis institucional con Cataluña no está zanjada. La Monarquía parlamentaria necesita un pacto de estas características, porque la vehemencia de los movimientos de brazos que demostró el rey Felipe VI, en el discurso de Navidad, reclamaba un gran entendimiento para bien del régimen.

No obstante, como hemos señalado reiteradamente, la descomposición de la Monarquía parlamentaria, bajo la restauración de los Borbones, es la clave para entender los movimientos de los partidos políticos, la traición institucional como el secesionismo catalán, la irrupción de Podemos, desde dentro del sistema, por el apoyo de la Sexta TV y la corrupción que es la consecuencia de la ruina de un sistema político.

Por supuesto que el bipartidismo ha sido defendido por el gobierno del Sr. Rajoy. Aceptó el arreglo con ETA, tal y como dictó el PSOE; Rajoy no derogó la ley de Memoria histórica; el gobierno popular ha defendido con eficacia el estado de las autonomías y la Constitución española vigente. Estabilizó el sector financiero, clave para la economía. Rajoy ha hecho valer la buena reputación del Partido Popular.

Las elecciones del 20-D no ha sido la debacle completa del bipartidismo, como se auguraba, por la irrupción de Ciudadanos y Podemos. Un resultado electoral que guarda correlación con los comicios catalanes de septiembre, que supone una situación institucional complicada, que favorece el juego de las minorías, como en Cataluña, con el gobierno de la Generalidad sin constituir. España puede repetir el proceso. Qué mimetismo institucional.

El partido Podemos es el único que propone un nuevo proceso constituyente. La corrupción tiene no pocas complicidades en el aparato estatal, por lo que las lealtades de los partidos mayoritarios deben estar debilitadas lo suficiente para que la proposición de Podemos avance.

Qué clase de cambios en la Constitución del 78 estará dispuesto a consentir el Partido Popular; la obsesión federal del PSOE puede encontrar el camino abierto, en esta legislatura que debe traer el cambio, a tenor de los comentarios de los líderes políticos.

La corrupción del sistema precisaría una amnistía, que sería a todas luces impopular. El régimen estaría obligado a no ser generoso, por lo que tendrá que ofrecer cabezas de turco, en aras de ocultar las complicidades que han posibilitado la extensión de esta lacra.

Ya hemos comentado que las instituciones de la globalización sostienen al régimen español; aunque la propia UE tiene un futuro incierto, si se consuma la amenaza de Gran Bretaña de abandonar la unión. No sabemos que gestiones realiza la embajada de Estados Unidos en España para preservar la estabilidad política, porque los cambios en Europa llegarían en un momento inoportuno, por la situación en Oriente Medio. La Pax americana protege el bipartidismo.

Una izquierda obsesionada con borrar los nombres de calles franquistas, se corresponde con un régimen político que da la espalda a la historia propia, porque carece de principios, filtros y voluntades para reconocerse en un pasado que se repetirá.

La Monarquía parlamentaria de los Borbones restaurados ha sido la compensación histórica al bando republicano; gobiernos largos del Partido Socialista y de los nacionalistas catalán y vasco, en sus regiones respectivas. El pueblo español carece de iniciativa política, pero es infalible para reconocer la dirección del viento: apoyo a Franco; el régimen del 75 ha encontrado el respaldo del pueblo español, hasta estos últimos comicios celebrados el 20-D.

El secesionismo catalán promete la independencia para, después, anexionarse las comunidades valenciana y balear; un proyecto lo suficientemente atractivo que recibe un gran apoyo electoral en los comicios catalanes. ¿Qué opone el régimen bipartidista?

Nada o la complicidad por dejadez. Partido Popular y Partido Socialista deberían formar gobierno. Entonces, el Partido Popular reivindicaría la figura de Mariano Rajoy, que ha gobernado según la razón de estado que justifica gran parte de sus medidas, aunque parte del electorado no lo haya entendido. La apuesta de Rajoy está en juego. El bipartidismo actual como el de la restauración de Alfonso XII.

Fotografía: Sede de Ciudadanos en Madrid.

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