En una vuelta de tuerca más de la política española, la apuesta de Rajoy no es interpretada en los foros de debate político. Tampoco el presidente del Gobierno se caracteriza por un discurso claro y rotundo. Las excarcelaciones de etarras con otros presos han tenido amplia repercusión en los medios de comunicación y asociaciones de víctimas del terrorismo. Nadie ha caído en la cuenta que el gobierno del Partido Popular hace estas concesiones a la izquierda española, en particular, el PSOE, porque espera recuperar poder en el Estado. Lo que ocurre en la Agencia Tributaria avala esta tesis.

El coste electoral es tenido muy en cuenta por los partidos políticos. Rajoy debe ser consciente del sacrificio público que supone la medida de gracia para los presos de ETA.
A veces, deberíamos considerar si los partidos son cuerpos extraños al Estado. Sea lo que fuere, el gobierno de Rajoy aporta una solución congruente con el régimen: los nacionalismos periféricos, vasco y catalán, son constitutivos del régimen político español; el concierto económico con la Comunidad vasca sigue vigente. Las campanas repican para celebrar la llegada de los soldados vascos. ¿Cabía otra medida con ETA? ¿Otro cariz para la política española? El Estado es amoral; no está sujeto a principio alguno.

La traición del gobierno a parte de su electorado era imperiosa, porque Rajoy necesita recuperar poder en el aparato del Estado, en manos del PSOE, como quedó claro en el gran atentado en Madrid (2004). Si Rajoy continuase con la ingenuidad de los gobiernos de la derecha, Suárez y Aznar, la falta de sentido de Estado sería altamente peligrosa, por los acontecimientos que se esperan para el año próximo.

Rajoy ha lanzado un guante a Rubalcaba, ante el desplante del gobierno catalán. Si el gobierno del Partido Popular, con mayoría absoluta, no puede confiar en el aparato del Estado, principalmente cuerpos de seguridad, estaría desarmado ante la rebeldía de la Generalidad catalana. El último gobierno de Aznar descubrió la lealtad de los cuerpos y mandos de la seguridad del Estado al PSOE, en la oposición. Patético, entonces, el ministro de Interior Acebes, un modelo perfecto de la ingenuidad mal intencionada de la derecha política española.

La respuesta del PSOE

La izquierda, en particular el PSOE, agradece y apoya la derogación de la doctrina Parot. Al gobierno de Zapatero corresponde el plan final con ETA. Rubalcaba reconoce que el PSOE es imprescindible para afrontar el desafío catalán. Mientras, Rajoy persigue que el PSOE traicione su historia, pero los hechos exigen altos sacrificios. La política española no es aburrida. Sin embargo, los problemas del Estado con las Comunidades con gobiernos nacionalistas son muy graves y nunca se han encarado con firmeza.

La agitación en la Agencia Tributaria, donde el gobierno se atreve a destituir cargos con vinculación socialista y  la nueva ley de Seguridad Privada, que provoca a la Policía y Guardia Civil y refuerza los intereses de las empresas del sector, son señales que fundamentan nuestra tesis.

El Rajoy desconocido, incomprensible, que provoca dimisiones en su partido, como Santiago Abascal, está urdiendo una política que puede constituir la única forma de regeneración efectiva de una parte de la política española. Pero, precisa de la entente con el PSOE. Hay varios frentes abiertos, relativos al estado del bienestar, sanidad y educación. Con esto a la vista, la elección y promoción de Susana Díaz como presidenta de Andalucía, con otra ambición sugerida, es una baza en la dirección expuesta de colaboración de los partidos mayoritarios españoles.

La política es el arte de lo posible. Nosotros intentamos dar una explicación a los acontecimientos que se suceden. Debemos ceñirnos a los hechos y descubrir las relaciones evidentes y los planes no revelados. No tenemos acceso a las fuentes directas, pero las noticias revelan intenciones de los actores en liza.

El gran atentado de Madrid condiciona la política de Rajoy. Enteramente. Lo mismo sucede con el PSOE, aunque con otra perspectiva. Si la división continua, los partidos nacionalistas vasco y catalán tienen ganado un terreno importantísimo. La apuesta de Rajo debe ser comprendida por su partido y el PSOE. La opinión pública tiene una clara desventaja para manejar las certezas, con garantía. La Monarquía de Juan Carlos I es un régimen fallido, porque la Generalidad anhela la independencia; ahora en los hechos. El gobierno del Partido Popular se ha propuesto defenderlo, razón por la que ha traicionado a las víctimas del terrorismo etarra.

Con todo, la política española reconoce que el principal actor es el PSOE. Aún en la oposición, no sabemos si se decantará por los intereses de partido o la razón de Estado. La pieza clave para los propósitos de Rajoy es Rubalcaba, que en la Conferencia política de su partido, celebrada recientemente, no ha desvelado su voluntad ante el desaire catalán.

La probabilidad de éxito para el presidente del gobierno es poca. Estamos ante un régimen construido con falsedades históricas que han permitido el consentimiento de los planes secesionistas de nacionalistas catalanes y vascos. Pero, por lo menos, el gobierno no está entregado a la inacción. La política española conocerá sobresaltos, sin que sea posible adelantar el resultado final. Repetimos, la política española no es aburrida.

Print Friendly, PDF & Email