El Estado responde siempre a una tradición que se percibe en los actos que protagoniza. Si, por ejemplo, el problema catalán tiene, groso modo, 400 años, no se ha buscado en todo este tiempo una solución duradera, sino compromisos oportunistas, sujetos a la ley de Continuidad del Estado. En el fondo, el Estado español se fundamenta en una raíz liberal, que tiene un precio, como lo estamos viendo hoy en Cataluña. Flashes políticos incandescentes.

¿Puede el fundamentalismo democrático, que impregna las instituciones del Estado, corromper por completo la autoridad imprescindible que sustenta el andamiaje estatal?

Por ejemplo, la Policía podría convertirse en mediadores sociales y dejar al mercado que presente soluciones contra el crimen organizado y la delincuencia menuda. Acaso no lo estamos viendo en las grandes ciudades. El fundamentalismo democrático, per se, socava los roles tradiciones de las instituciones del Estado.

No obstante, y dentro del tono de los flashes políticos, el Estado es un conjunto de instituciones de carácter…privado. ¿Por qué decimos tal cosa? Sólo una institución privada puede vender sus propiedades, sin la intervención del supuesto dueño, el pueblo. Si algo ha debilitado al Estado democrático, ha sido la serie de privatizaciones, que todavía no ha terminado en los países con régimen democrático.

Todo ello podría parecer una incongruencia, pero incluso los partidos liberales son enemigos del Estado, porque creen a pies juntillas en la venta al mercado de los bienes estatales. Entonces, ¿los partidos de izquierda serían los defensores de la integridad del Estado?

Hay que reconocer, que la propaganda de los partidos de izquierda incide constantemente en este supuesto: el estado del bienestar es patrimonio de la izquierda. Sin embargo, no podemos caer en esta trampa, dado que los partidos socialdemócratas o incluso marxistas aceptan las reglas democráticas y no cuestionan las privatizaciones que acometen las formaciones de centro-derecha. Véase que ha pasado en Gran Bretaña al respecto. Y no es el último de los flashes políticos.

¿Llegará el fundamentalismo democrático a destruir el Estado? ¿Son las organizaciones supraestatales, como la Unión Europea, la salvaguarda de los Estados?

El Nazismo respondía al ciclo político abierto por la Revolución francesa. El partido nazi es una réplica del partido de los Jacobinos franceses. Guerra de la Vendée supuso una guerra civil entre revolucionarios y contrarrevolucionarios que llegó, en opinión de algunos historiadores, a convertirse en un genocidio. Ya conocemos el genocidio Nazi, pero no recordamos sus antecedentes.

Así que la pax americana, la dominación de Europa occidental por Estados Unidos, permite una reconstrucción del poderío nazi, gracias a la inteligencia de Alemania y Francia. Y, ante todo, el Nazismo fue una explosión nihilista, que aparentemente ha cerrado el ciclo revolucionario abierto por la gran Revolución francesa.