Acaba el mes de abril con el dato de la caída del PIB español, 5,2%; una relativa sorpresa para España, una nación acostumbrada a no corregir desequilibrios. El escenario actual revive los acontecimientos de la gran crisis de 2007. Entonces, Grecia fue la preocupación de los europeos; la amenaza helena se cernió para la estabilidad del Euro y de toda la Unión Europea.

La pandemia COVID-19, con sus implicaciones políticas, económicas y sociales, busca un chivo expiatorio. El modelo es la citada crisis del 2007. España representa la caída más llamativa del PIB, en la zona Euro, en el primer trimestre del 2020. En conjunto, el PIB de la zona Euro baja un 3,8%; el desplome de la actividad económica provocada por la pandemia se fija en los países católicos, Francia (5,8%) e Italia (4,8%)

Acaba el mes de abril y España aventaja a Europa en la tasa de desempleo (14,5%) junto con Chipre. La deuda pública del reino de España se fijó en 1.188.862 millones de euros, en 2019, nuestro país no ha corregido este desequilibrio, que condiciona el margen de maniobra del gobierno español frente a las autoridades europeas.

La crisis política es permanente en España; la coalición de gobierno no dispone de mayoría en el parlamento y necesita de constantes pactos con toda clase de partidos políticos. La debilidad política juega en contra de los intereses españoles en Europa. No parece que los partidos en España, particularmente la social democracia (PSOE) y la democracia cristiana (PP), sepan armonizar los intereses patrios con los intereses en Europa.

Acaba el mes de abril y percibimos un buen comportamiento social en España con la obligatoriedad del confinamiento domiciliario; sin embargo, la desunión política se perpetua en el parlamento español, sede de la soberanía nacional. Los objetivos republicanos, que justifican el gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, han quedado postergados, en las circunstancias actuales. La fuerza que no tiene el PSOE es la máscara de la formación social comunista de Podemos, que tiene que compensar las carencias socialistas.

¿Nos encontramos en la situación no prevista que pondrá en tela de juicio la pertenencia de España en la Unión Europea?

Gran Bretaña ha abandonado el club europeo, porque refuerza el bloque anglosajón que domina la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). España, también miembro del club europeo y de la OTAN, no proyecta su pertenencia al bloque hispano, No obstante, sería congruente con el marco geopolítico actual que el reino de España abandonase el club europeo y la OTAN. Carecemos de líderes que enfrentasen tamaño desafío. Los españoles esperamos que las circunstancias se sucedan sin que tengamos un mínimo de control de la situación.

Vox, la tercera formación por escaños en el parlamento español, representa el nacionalismo español. Vox no debería tener un compromiso firme con la Unión Europea; Podemos, que representa el nacionalismo invertido, tampoco es, sensu estricto, partidario del club europeo. El escenario económico, en ciernes, complica extraordinariamente la independencia del reino de España. Estamos ante una nueva situación que puede reforzar las cadenas europeas.

Acaba el mes de abril y no parece que Alemania se haya rasgado las vestiduras con la defección británica; la salida de España podría ser descontada por el club europeo, sin un menoscabo sustancial para la moneda común y la política monetaria, aunque España sea la cuarta economía de la zona Euro.

Si el Brexit ha sido complicado para el aparato administrativo europeo; la salida de España debería ejecutarse en menos tiempo; pero las complicaciones políticas, administrativas y militares son evidentes y dificultan todo este proceso. La base militar de Estados Unidos en Rota (Cádiz) es un obstáculo firme para los planes de salida para el reino de España. Los partidos políticos dominantes en España tienen que callar largamente.

No obstante, sabemos que la OTAN no protege los intereses estratégicos de España, concretados en la línea militar que une las Islas Baleares con el Archipiélago Canario. Efectivamente, acaba el mes de abril y España no debería formar parte del club europeo, si aquí hubiese un puñado de certezas políticas compartidas por la casta política.

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