La epidemia provocada por el virus SARS-COV-2 ha trastocado el sentido de Feliz Navidad 2020. Una epidemia como la actual supone un plano objetivo; como una guerra o una hambruna. Estamos ante las pocas oportunidades que nos ofrece la vida para conocernos, según el criterio socrático, y conocer mejor la realidad. Es un reto; pero debemos acometerlo sin dilación y con la confianza puesta en nuestras aptitudes.

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis nos recuerdan que la Muerte es la gran Igualadora. La cultura no puede reaccionar a corto plazo. La epidemia descoloca a todos los actores en liza. Los expertos han demostrado que, ante una situación límite, no consiguen tener el control de la respuesta institucional. Los políticos, con sus aciertos y errores, han reforzado su posición, porque la política es la realidad que gobierna.

Cuando la muerte se convierte en la protagonista principal, la humanidad no consigue recordar experiencias similares del pasado. Siempre hace falta una cierta racionalización, que esperamos con ansiedad colectiva. Recordemos al filósofo coreano Han Byung-Chul, autor del libro “la desaparición de los rituales”. ¿Qué reflexiones duraderas puede provocar la epidemia?

La actual epidemia se compara con la gripe española del siglo XX. Consideramos que una epidemia es un acontecimiento extraordinario que puede provocar múltiples cambios, desde el plano personal; y nuevos desarrollos en la política, la economía y el pensamiento, con reflejo en la cultura popular.

Las primeras vacunas llegan a ciertos países. Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y China son grandes potencias militares, con unidades avanzadas de guerra bacteriológica. Es un hecho que estos países ya tienen vacunas para frenar el avance de la epidemia. Feliz Navidad 2020 para ser recordada por muchos años.

Sigue sin conocerse el origen del virus SARS-COV-2. Sin embargo, la obtención de las vacunas citadas por potencias militares, en un plazo de tiempo récord, demostraría que el patógeno era conocido, desde hace tiempo, y que algo ha salido mal, lo que explicaría la epidemia generalizada, con las terribles consecuencias que todos conocemos. La facción globalista debe reconocer que la epidemia ha reforzado las zonas de influencia establecidas, por razones históricas y políticas. Las vacunas de las farmacéuticas Pfizer y Moderna, ambas de Estados Unidos, estarán disponibles en Europa en breve. Rusia comenzó su propio plan de vacunación con la vacuna Sputnik 5 y China vacunará a 50 millones de personas, pertenecientes a grupos de riesgo.

La vacuna británica lleva algún retraso. España desarrolla una vacuna propia, pero no puede competir con las grandes farmacéuticas europeas o americanas. No obstante, España demostrará que cuenta con grandes científicos, a pesar de la falta de apoyo decidido gubernamental; quizás, estemos ante una excepción y el gobierno español tenga como un objetivo propio la obtención de una vacuna española.

La gran paradoja ha sido que Donald Trump ha perdido la reelección presidencial, a falta de confirmación, por no adoptar medidas autoritarias como han hecho los gobernantes europeos para combatir la epidemia. Desde Europa no entendemos la mentalidad americana, aunque si creemos en la providencia, dada la extraña realidad que nos depara la existencia.

Feliz Navidad 2020 para incomprendidos.

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