El funeral por el senador John McCain, que ha concitado una concentración de poder en Washington, una armonía de republicanos y demócratas, con la sombra del presidente Trump, vetado por la familia del senador republicano fenecido. Como nos recuerda todo a la serie de ficción House of Cards, que cuenta con un excelente guion y grandes actores, la dirección y la sintonía musical introductoria de cada capítulo. Y el papel central interpretado por el actor Kevin Spacey, que no lo podía hacer mejor. Además, Kevin Spacey era productor ejecutivo.

La versión norteamericana introduce las peculiaridades propias del sistema político de Estados Unidos. La versión inglesa de la novela House of Cards, escrita por Michael Dobbs y producida por la BBC, merece ser vista. Por ejemplo, en Netflix. Una serie de los noventa.

El funeral del senador McCain marca la actualidad política en Estados Unidos; unos partidos políticos mayoritarios que no aceptan, en el fondo, la irrupción de un independiente como Donald Trump. El millonario neoyorquino no cuestiona el sistema político norteamericano. El choque con los políticos profesionales nos remite a la serie House of Cards. ¿La intención del novelista Michael Dobbs es presentarnos a la democracia anglosajona, principalmente la británica, en una fase de declive?

Hay que reconocer que se sigue la serie House of Cards con sumo interés. No recordamos un retrato del poder político tan realista y tan bien encarnado en el personaje Frank Underwood, en la versión norteamericana. El novelista Michael Dobbs conocia sobradamente la política británica, dentro del Partido Conservador, donde consiguió cargos muy importantes en los gobiernos de Margaret Thatcher y John Major.

Los entresijos de la política, que la serie refleja tan bien, capítulo a capítulo, no pueden ser transparentes, en la realidad. Las democracias anglosajonas, que pueden presumir de pioneras, no pueden, sin embargo, ocultar el orden social, el papel de los medios de comunicación y el fondo moral de estas sociedades, dominado por el cinismo y el triunfo del capitalismo financiero y rentista.

Ahora bien, las dos versiones de la novela House of Cards sitúan la acción en un plano superficial, aunque cargado de dramatismo. Resortes de poder más profundos, presentes en la política con tanto poder de proyección exterior, como la norteamericana, no aparecen. Lo aseguramos sin haber visto todas las temporadas. pero la tendencia se aprecia. No aparecen reflexiones sobre filosofía política, porque son innecesarias.

Estaríamos ante la tesis propuesta por el académico canadiense Peter Dale Scott, que sostiene la existencia de un Estado profundo, que dominaría la administración de los asuntos preferentemente externos, con claras repercusiones en la política interna de Estados Unidos, desde el asesinato del presidente John F. Kennedy.

Según la red Voltaire, el presidente Trump colaboraría con el presidente ruso Vladímir Putin, dado que ambos presidentes estarían enfrentados al citado Estado profundo norteamericano, propuesto por P. D. Scott.

La serie House of Cards tiene suficiente con los enredos políticos domésticos de la Casa Blanca y el Capitolio. Pero la existencia de las dos versiones de la novela de Michael Dobbs nos remite al concepto de bloque anglosajón o élite anglo-americana. El funeral de John McCain nos actualiza todos estos conceptos.

Y no nos olvidamos de la defenestración del actor Kevin Spacey: un vicepresidente del gobierno de Estados Unidos que es, además, un asesino frío. Es insoportable, incluso en una obra de ficción.

 

Print Friendly, PDF & Email