Carles Puigdemont emula al prófugo Antonio Pérez, secretario del Consejo de Estado de Felipe II, con lo que revive los anatemas de la Leyenda Negra. España nunca ha conseguido imponerse sobre tan formidable pieza propagandística, La Leyenda Negra, fruto de la lucha entre la Reforma y la Contrarreforma.

Qué impide en la actualidad que el Reino de España invoque la orden internacional de detención del ex presidente de la Generalidad catalana, Carles Puigdemont. Qué extrañas relaciones entre España y los países que acogen al político prófugo; socios europeos que demuestran la fragilidad de la construcción europea, que se sostiene por el eje franco-alemán.

Una agenda que no marca el gobierno español y que permite el protagonismo del Sr. Carles Puigdemont en los medios de comunicación españoles y europeos. Particularmente las televisiones generalistas españolas entregadas a la legalidad republicana vigente por la Constitución de 1978.

La Leyenda Negra es un modelo de propaganda que aún hoy goza de respeto y que no pocos españoles comprarían con algún reparo. El régimen del 75 no ha supuesto una renovación cultural con una generación de intelectuales de verdadera talla. Los nacionalistas vasco y catalán han impuesto sus mensajes gracias a una Leyenda Negra propia.

Las relaciones entre los partidos mayoritarios, Partido Popular y PSOE, con los nacionalistas catalanes es innegable y por ello las recientes elecciones catalanas han sido ganadas por Ciudadanos. No obstante, el bloque secesionista tiene enfrente a la nación española (opinión pública). Si el gobierno sigue debilitando al Estado español por la sombra de alguna prebenda en ciernes, el electorado catalán ya se lo ha hecho saber al Partido Popular, que podría desaparecer en Cataluña.

El gobierno español no tuvo el acierto de anticipar la rebelión de la Generalidad catalana. Un ejecutivo extremadamente temeroso de las reacciones foráneas. Integrados en la Unión Europea, claro que la Leyenda Negra o algún sucedáneo juega en contra de los intereses españoles en el tablero europeo.

España ha gozado de un tiempo extra para solventar el caso del ex presidente catalán huido, toda vez que Alemania carece de gobierno. El gobierno español no parece comprender que un político español que vaga por capitales europeas no puede ser bien visto por las autoridades europeas.

La derecha política española es una versión mínima de un partido otrora mayoritario. El Partido Popular defiende con uñas y dientes el régimen de 1975; para demostrarlo ha integrado la corrupción en sus estructuras. Mariano Rajoy, presidente del gobierno, es otro míster X del régimen político español, a cuento de la corrupción.

Esta pequeña revolución se ha operado en el seno de la derecha española gracias al 11-M, el magno atentado terrorista acaecido en Madrid (2004). El Partido Popular como el Partido Socialista carecen de ideología política; defienden ante todo los intereses de las empresas del IBEX-35; sostienen el estado del bienestar como prueba del compromiso social; pertenecemos a la OTAN con una pasividad manifiesta con los contingentes destacados en El Líbano, Afganistán, Irak, Ucrania y en la Fuerza de Intervención Rápida de la OTAN, etc.

Ni el Partido Popular ni el Partido Socialista han defendido la legalidad en Cataluña o Vascongadas. El orden constitucional no ha desplazado la legalidad republicana. La democracia liberal es un mito.

En un plano que no atendemos en este post, la rebelión catalana sería un síntoma de la desafección hispana hacia Europa. Como el régimen del 75 no puede aceptar tal cosa, la realidad es que vivimos los españoles en una impostura. Hemos hecho méritos para merecer parte de la Leyenda Negra.

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