Como no le quedaba otro remedio, el gobierno español ha decidido la aplicación del art. 155 de la Constitución para frenar la rebelión catalana. Por fin, Rajoy puede celebrar su apuesta, el apoyo del PSOE en una situación crítica para salvaguardar el régimen del 75.

La situación es compleja, porque el bloque constitucional, esto es, Partido Popular, Partido Socialista y Ciudadanos, puede resquebrajarse por la ejecución del citado artículo de la Constitución española. La izquierda nunca ha demostrado un apego a una alianza, si hay una oportunidad política favorable; el mismo trato con los nacionalistas catalanes, a lo largo de tantos años, lo demuestra.

Aparentemente, el gobierno español lleva la iniciativa en la secesión catalana, algo que nunca había ocurrido. El Estado puede incumplir la Constitución, como ha pasado con la autonomía catalana; si la situación llega a límite insostenible, el Estado puede reaccionar y recomponer la normalidad administrativa y la legalidad constitucional; y aquí no pasa nada.

Así es, el gobierno, los partidos políticos y la monarquía han reaccionado, por la cuenta que les tenía. Hasta el pueblo español se ha manifestado a favor de la unidad nacional, con banderas en los balcones o ventanas y con la participación en grandes manifestaciones.

El Rey Felipe VI ha repetido la jugada de su padre, Juan Carlos I; el monarca español ha comparecido ante las cámaras de tv y ha dirigido un discurso claro en contra del proceso catalán. Han aparecido ahora los felipistas que no son monárquicos; con el 23-F surgieron los juancarlistas que tampoco se manifestaban como monárquicos.

Es una forma muy curiosa de ganarse una legitimidad. Como ha demostrado la rebelión catalana, el reinado de Juan Carlos I no supuso un freno para los golpistas verdaderamente peligrosos, los nacionalistas catalanes o vascos. Pero repetimos, el pacto sobre el que se establece el régimen del 75 está roto.

La aplicación del art. 155 de la Constitución abre unas incógnitas ciertas; todas las instituciones se pondrán a prueba, con la vigilancia europea sobre nuestras cabezas.

Al gobierno secesionista de Cataluña le interesa alargar la crisis, no una solución rápida y eficaz. El nacionalismo catalán ya explicado lo que persigue; una mediación internacional que consiga un referendo decisorio sobre la independencia.

La primavera europea no puede dar los resultados que ha deparado la primavera árabe. La independencia, como demostró la guerra en los Balcanes, se consigue por las armas. Los promotores de los cambios en Oriente medio no pueden invertir tanto dinero en los desórdenes europeos.

La aplicación del art. 155 de la Constitución conlleva bastantes medidas que deben desmontar el régimen nacionalista catalán. ¿Verdaderamente lo conseguirá el bloque constitucional? Ahora es cuando deben aparecer los apoyos con los que cuenta el movimiento secesionista de Cataluña; y la solidez del régimen del 75.

Se ha anunciado una reforma de la Constitución de 1978 para refundar las bases del régimen español. No es el momento más idóneo dados los acontecimientos catalanes. La respuesta inmediata corresponde al presidente de la Generalidad catalana. Ya veremos.

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