El conflicto político que invocan los nacionalistas catalanes es el mismo que aparece en las entrañas del régimen del 75. Dos legalidades, la republicana y el orden constitucional se superponen por mandato de la Constitución del 78. “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.

Las regiones que alcanzaron un estatuto de autonomía en la II República española son las que reclaman los derechos como nacionalidades, esto es, Cataluña y Vascongadas. Galicia también consiguió un estatuto de autonomía en el período republicano, pero no presenta una reivindicación idéntica a las facciones nacionalistas vasca y catalana.

Por lo tanto, la legalidad republicana es la baza que esgrimen los partidos nacionalistas vasco y catalán y la izquierda española, sin excepción.

La crisis catalana se enmarca en el conflicto político que no resuelve la Constitución española del 78. El Partido Popular, bajo el mandato del presidente Mariano Rajoy, ha recurrido tanto a la legalidad republicana como el orden constitucional. Es lo que denominamos la apuesta de Rajoy, para atraer al PSOE al orden constitucional. Parece haberlo conseguido el Partido Popular con la aplicación del art. 155 de la Constitución española, e intervenir el gobierno de la Generalidad catalana.

El orden constitucional defendido por Partido Popular, Partido Socialista y Ciudadanos es un ardid político que se enfrentará con la realidad en Cataluña. La facción separatista ha conformado un régimen nacionalista, con las bases políticas y jurídicas que le proporcionan tanto la legalidad republicana como el orden constitucional (competencias).

La izquierda española reivindica la legalidad republicana. El Partido Podemos lo defiende por encima de cualquier otra consideración en el conflicto catalán; pretende un referendo pactado para solucionar la crisis catalana. El PSOE no pierde oportunidad de recordarnos su proyecto federal; es el partido que ha puesto serias condiciones al gobierno para la aplicación del art. 155 de la Constitución: rápidos comicios para diciembre de este año, libertad de movimientos del ex presidente Carlos Puigdemont; los medios televisivos públicos catalanes no serán intervenidos, etc.

Precisamente el bloque constitucional, Partido Popular, PSOE y Ciudadanos han indicado que una reforma constitucional sería necesaria, a la vista de los acontecimientos en Cataluña. Entonces, veríamos enfrentadas las dos legalidades, republicana y constitucional. La aplicación del art. 155 y, por lo tanto, la apuesta de Rajoy, parecen jugar a favor del orden constitucional.

La realidad es que los independentistas catalanes pueden encontrar un nuevo respaldo en los comicios de diciembre próximo. Exigirían que la reforma constitucional privilegiara la legalidad republicana, algo que la izquierda española difícilmente negaría. Entonces, ¿qué harían los partidos constitucionalistas?, que no parecen advertir éstos que el ruedo ibérico les conduce a la sinrazón del régimen del 75.

Reconocemos que una parte del pueblo español comprará la tranquilidad de la intervención del Estado en Cataluña. Sobre las bases legales del régimen del 75, la monarquía parlamentaria que ha sancionado las dos legalidades presentes en la Constitución del 78.

El Estado necesita continuidad; es una ley de hierro como la relativa a las oligarquías, tal y como defiende el profesor Dalmacio Negro. La izquierda española y los nacionalistas periféricos reivindican la continuidad histórica. El mandato del presidente socialista, Rodríguez Zapatero, se caracterizó por su obsesión republicana, tanto en la reforma del estatuto de autonomía catalán, el acuerdo con ETA o la ley de Memoria Histórica.

Finalmente, la estrategia del nacionalismo catalán es alargar el conflicto sine die hasta provocar una reacción interna o externa. El ex presidente catalán se encuentra en Bélgica, el país más proclive a favorecer los intereses del nacionalismo catalán. La primavera europea, el Brexit y la secesión catalana, no han perdido la batalla. El ruedo ibérico es un lance con la muerte.

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