En el estío del 2015, las máximas autoridades del Estado transmiten tranquilidad, en sus discursos oficiales o improvisados. Ninguna capacidad de anticipación del desafío independentista catalán, bajo el pretexto de la normalidad constitucional. De nuevo, constatamos que el partido secesionista catalán lleva la iniciativa; el presidente de la Generalidad de Cataluña, Arturo Mas rubrica el decreto para la celebración de nuevos comicios autonómicos, el próximo 27 de septiembre. Legalmente no pueden constituir un plebiscito; el Estado español respira. Pero la política y la propaganda lo aseguran; el gobierno de Rajoy no ha entendido que van a exigir: “danzad malditos”.

No hay líderes políticos significativos en la Europa actual; es una opinión generalizada ante la fuerza de las instituciones europeas y la trivialidad de los partidos políticos de la vieja Europa. La crisis Griega pospuesta, a corto plazo; la situación en Ucrania abona el terreno propio de la Guerra Fría. Y España confía en el Unión Europa para la resolución del conflicto legal y político en Cataluña; no en balde, el rescate del sistema financiero español, llevado a cabo por la UE, ha sido decisivo para la evolución macroeconómica de nuestro país.

Alemania ha sentenciado para Grecia; “Danzad malditos”; desconocemos la actitud de Alemania para el caso catalán, toda vez que las elecciones generales que se celebrarán en España en noviembre de este año, previsiblemente, pueden arrojar la derrota del Partido Popular y la desaparición de la confianza alemana en Rajoy, el cual, recordemos, hizo el camino de Santiago con Angela Merkel, canciller de Alemania, el año pasado (tramo reducido).

De nuevo, las bicicletas son para el verano, en un país que no aprende de sus errores. Cataluña, de mano de la Generalidad, en 1934, proclamó la independencia; fracasó, sin luchar. Las previsiones actuales es que la Generalidad catalana repetiría el alarde legal, en la primavera del 2015, siempre y cuando el partido secesionista, que amalgama a partidos e instituciones catalanas, consiga la mayoría simple. La situación es inaudita, pero no por ello menos real; confiamos en que por medios pacíficos no se alcanza tan importante objetivo.

Previsiblemente, las elecciones generales de noviembre estarán condicionadas por el desafío catalán. La institución Real desorientada; no recordamos una tajante declaración del Rey Felipe VI. Hay que reconocer que el maestro de ceremonias para la ocasión es J. Luis Rodríguez Zapatero, quién propició la rebelión secesionista catalana con la reforma del Estatuto de autonomía de Cataluña (2006). El Partido Socialista es tan ambiguo que los secesionistas catalanes han dictado “Danzad malditos”.

¿Un trueque, la Monarquía constitucional por la secesión catalana? ¿Tendría sentido la Operación republicana para una España traicionada, otra vez? Confiamos que las elecciones generales venideras depararán un cuerpo político nacional muerto para frenar los planes secesionistas de la Generalidad catalana.

Es bien cierto que el movimiento independentista catalán es un remedo de las fuerzas totalitarias europeas de hace un siglo. Dominio del aparato autonómico y hostigamiento de la sociedad civil, con la lengua vernácula como punta de lanza. Sin embargo, desde el Parlamento europeo, la Comisión europea o las cancillerías más importantes no han aparecido críticas en público del nacionalismo catalán. Ya es un poco tarde para que reaccionaran.

Con el nacionalismo vasco a la expectativa, los gobiernos de Navarra y Comunidad valenciana proclives, a priori, a los movimientos secesionistas catalán y vasco, la Constitución española es invocada sin determinación política y endeble amago legal. Necesitamos cerrar el ciclo que se inició en 1975, la compensación histórica al bando republicano; cómo se mezclarán las circunstancias para ver esto hecho realidad, lo desconocemos con exactitud; nos desagradan las conjeturas y con el voto no controlamos el proceso general abierto.

Danzamos como malditos para nuestra desesperación. Y la Primavera europea cobra otra vez fuerza.