Las reacciones se suceden tras los comicios catalanes y el mensaje navideño del rey Felipe VI. Victoria de Ciudadanos y las elecciones en Cataluña han vuelto a demostrar que la legalidad republicana, recogida en la Constitución de 1978, es un freno muy poderoso al orden constitucional, que debería imperar. Lo hace en vano.

Pese al triunfo en votos y escaños de Ciudadanos, el bloque secesionista ha conseguido la mayoría absoluta en escaños. La ley electoral, proporcional, sigue vigente y beneficia a las políticas nacionalistas, en comicios locales o generales. Ciudadanos estaba muy interesado en la celebración temprana de comicios, que le ha dado la razón, si no olvidamos que el bloque secesionista permanece intacto.

Los grandes partidos, PP y PSOE, no han movido ficha para cambiar a ley electoral; es una de las señas de identidad del pacto constitucional, roto por la secesión catalana y que las recientes elecciones en esta región no han recompuesto. La actitud de los grandes partidos persiste para descrédito del régimen el 75.

Mientras el gobierno ha ejecutado el artículo 155 para intervenir el ejecutivo catalán, con todos los frenos posibles, Ciudadanos ha conseguido lo que aparentemente quería: ser el partido constitucionalista más votado en Cataluña; sin embargo, las cuestiones políticas asociadas a la rebelión catalana siguen sin dilucidarse.

La mayoría independentista tendrá problemas para elegir un nuevo presidente de la Generalidad catalana. Oriol Junqueras, líder de ERC, es un vaticanista convencido que sigue en prisión. La Iglesia Católica no se ha manifestado públicamente a favor de la unidad de España; el papel mediador encaja muy bien con la institución religiosa, como ya demostró en las negociaciones entre el gobierno español, bajo el mandato del socialista Rodríguez Zapatero, con ETA. Es más, según la tesis del historiador y periodista César Vidal, que expresa en su libro “La historia secreta de la Iglesia Católica en España”, esta institución sacra es la madre de los nacionalismos vasco y catalán.

El ex presidente Puigdemont sigue en Bélgica a la espera de que los acontecimientos le permitan regresar a Cataluña. Sabe que la justicia española es el mayor obstáculo para volver a ser el presidente de la Generalidad. Todo parece esperpéntico, pero España debe confiar en la UE y en el presidente Trump para que el movimiento secesionista catalán no encuentre apoyo en algún país con peso específico en el escenario internacional. La política es muy cambiante y el gobierno español no parece comprenderlo: la dimisión del señor Moragas del ejecutivo español.

Por cierto, el Estado Vaticano fue de los primeros en reconocer a Croacia como estado independiente. El modelo yugoslavo no sirve para España, porque la guerra fue el mecanismo político predominante en el desmembramiento de Yugoslavia. La primavera europea tiene otro guión.

Ciudadanos es un partido catalán que aspira a la gobernación de España. Un adelanto electoral podría ser muy tentador para la formación que dirige Albert Rivera, toda vez que el descalabro ( 3 escaños) del Partido Popular en los comicios catalanes debería tener consecuencias a nivel nacional. ¿Se tensarán las relaciones entre el gobierno español y Ciudadanos, a tenor de lo que ocurra en Cataluña? Inés Arrimadas, candidata a la generalidad catalana por Ciudadanos, ha comprobado la falta de unidad en el bloque constitucionalista.

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