Es una paradoja, es cierto, que los modelos de colaboración y los modelos de concesión administrativa basados en relación pública y privada, para facilitar la circulación económica, el empleo, la rotabilidad del conocimiento, el avance técnico, científico y, en general, para elevar el nivel de vida, empleo y de recursos disponibles para la ciudadanía, son evaluados de forma muy diferente entre ellos, unos son válidos de facto y otros son cuestionados. Elementos como la financiación, la relación coste-beneficio, la cápita (negociar a la baja), están sujetos a discusión permanente.

Seamos directos, cualquier modelo, relación y colaboración público-privada, se convierte en un empuje de ideas, generando valor y demostrativamente generan un incremento de factores de riqueza social;  y lo que es más o quizá aún más necesario hoy, sostenibilidad al marco financiador, a los servicios esenciales, a las necesidades emergentes, a los usuarios y profesionales y a la dinamización de un país en su mercado interior.

Porque generar valor sostenible y eficiente, es una dimensión de análisis más relevante y esclarecedora que las anteriores; a la luz de criterios insuficientes en la más de ocasiones, porque dichos análisis son circunstanciales que denostan pero no dan respuestas tangibles, deben ganar en rigor, acercarse a la paridad entre las distintas disciplinas de apoyo al Estado, para alcanzar una visión de conjunto sobre el bienestar social y la economía participativa que todo Gobierno debe apoyar e impulsar y más en la UE y las directivas sobre competitividad, core de la Unión.

Sistemas Públicos

Reflexionemos juntos desde una perspectiva global, y preguntémonos ¿existe algún ámbito de los servicios públicos que no precise de la colaboración, el enriquecimiento de los proyectos y servicios para finalmente ofertar a la ciudadanía soluciones más avanzadas y excelentes? Por poner un ejemplo, miremos otros proyectos CPP-PPP imprescindibles en toda la UE, aunque teóricamente “hermanos pequeños” en el concepto de Estado del Bienestar: ingeniería, construcción, TI, investigación, catering, cultura, alta tecnología, farmacología, etc., donde no se discute su necesidad, eficiencia y valor añadido.

Los sistemas públicos tienen una limitación de medios y capacidades, que supera con mucho el impacto de gasto en colaboraciones. La deuda de nuestro sistema sanitario, crece cada año a un ritmo anual cercano a 10.000 millones, una cifra que asusta.

En Europa se fomenta y alienta la colaboración, como elemento fundamental paralelo al desarrollo y gestión de las infraestructuras sanitarias y sociosanitarias. Portugal, Alemania, Austria, Rumania, Dinamarca, Suecia, entre otros.

Imaginemos el escenario, donde en el SNS se cancelan los acuerdos y contratos de provisión de servicios privados; Los que critican este modelo, no comprenden el impacto profundo que podía suponer: un aumento repartido superior a los 40.000 millones (análisis propio) en la factura de las CCAA, profundos ajustes, reordenación de la oferta y demanda insuficiente, carga lesiva financieramente para la población y asistencial para toda la ciudadanía.

No hablamos de que no pueda hacerse, sino crear una crisis sin solución que puede acabar en una ruptura de la cartera de servicios, que no podrían ofrecerse. La crisis del sistema financiero internacional, que tiene visos de no volver a anteriores niveles de prosperidad en el sur de Europa, los nuevos impactos de encogimientos financieros, factores poblacionales y de riqueza, debilitan la perspectiva de que un SNS agigantado y fraccionado, suprimiendo acuerdos, será mejor y más equitativo, falso, ya es equitativo.

Solución, potenciar la sanidad 100% privada hasta niveles que los que no comprenden los modelos de concesión, hasta niveles que no podían imaginar, es decir, perturban el sistema, para potenciar la acción privada de nuevo, señores, esto no es serio.

Cierto es que la legislación actual es laxa en cuanto a las directrices de estos acuerdos, las dimensiones aceptables y los grados de servicios a ofertar, sin citar los riesgos que deben asumir uno y otros. Pero es que esos riesgos son fundamentales cubrirlos, y quien debe hacerlo (DBO a exit).

Resumiendo, la salud de la colaboración público-privada si la UE lo sostiene con mayor fuerza, puede ser saludable a beneficio global, en cuanto veamos con ojos nuevos la vertiginosa merma de recursos públicos en todas las áreas ministeriales.

Solo hay dos caminos; garantizar la sostenibilidad, poner a la sostenibilidad en el centro político actual, reforzar el sistema de Bienestar y crear valor a todos los niveles, por la involucración del mayor número de actores posibles.

No hay marcha atrás, este es un compromiso público y privado, de protección a los más débiles y de equilibrio.

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