Desconocer la verdad es la garantía de que vivimos en tiempos obscuros. Tenemos la certeza de que cada vez es más difícil conocer la verdad de cualquier acontecimiento realmente importante. La pandemia SARS-COV-2 no escapa a este hecho. En España, tras el estado de alarma, la coalición del gobierno y medios de comunicación afines está empeñada en crear alarma. La publicación diaria de contagios, a partir de la prueba PCR, que debe ser confirmada con analítica sanguínea, cumple con la intimidación general que conocemos en España.

Esta semana ha quedado marcada con la explosión sorpresiva en Beirut este. La primera impresión que extendieron los medios de comunicación afirmaba que la causa había sido una acumulación de fertilizantes. Desde la Red Voltaire se asegura que un arma secreta de Israel se utilizó en Beirut, como meses antes Israel había probado este ingenio destructivo en Siria y en el Golfo Pérsico. Es muy posible que no sepamos lo que realmente ha sucedido en la capital del Líbano. Vivimos en tiempos obscuros y cada nuevo acontecimiento arroja sombras.

Por lo tanto, la coalición de poder que encabeza el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anhela la claridad de la Guerra Fría. Pero China no es un país que pueda fácilmente reemplazar a Rusia en el papel obscuro de una nueva Guerra Fría. ¿Estados Unidos pretende contribuir a la aclaración del suceso de Beirut?

La realidad es que las coaliciones de poder vertebradas a partir de los dos grandes partidos, Demócrata y Republicano, mantienen la alianza religiosa con Israel. El presidente Trump no es una excepción; en este mandato ha refrendado la unión de facto con Israel.

La pandemia SARS-COV-2 ha puesto en serio peligro la reelección de Donald Trump; los desórdenes raciales han complicado los planes electorales del equipo republicano de Donald Trump. No obstante, los augurios de una cuarta guerra civil en la civilización anglosajona no cuentan con la identidad compartida por los partidos Demócrata y Republicano con Israel.

Vivimos en tiempos obscuros y la pandemia SARS-COV-2 ha provocado la reentrada del Milenarismo. El cristianismo es una religión del fin del mundo y no puede traicionar su esencia; mantenida a través de los siglos, la pandemia es un acontecimiento que encaja en las profecías afines. ¿No podría la coalición globalista, que exacerba el cambio climático, que aspira a la dominación mundial, servirse del esquema del Apocalipsis, adaptado a estos tiempos, para planificar sus acciones?

Incendios recurrentes en Australia, California y, ahora, Siberia. Las acusaciones sobre los magnates globalistas como Bill Gates o George Soros sobre su responsabilidad en el origen de la pandemia actual no cesan. La apuesta de esta facción por los avances tecnológicos proyecta planes de dominación sobre poblaciones debilitadas. ¿Qué comemos, qué bebemos, qué vemos o escuchamos? ¿Qué nos espera?

Es Occidente la civilización dominada por obsesiones que proyecta al mundo entero. Fórmulas para seguir dominando la escena internacional, la cultura global y las pautas financieras y empresariales globales. Vivimos en tiempos obscuros y nuestro escepticismo nos protege limitadamente.

Recordemos que cada nueva revolución, guerra, crisis económica o gran desastre natural y otros acontecimientos constituyen una oportunidad para que aparezcan nuevos ganadores y nuevos perdedores; una proporción, generalmente amplia, no experimenta un cambio sustancial en sus vidas. Vivimos en tiempos obscuros.

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