Se aproxima el último acto de la rivalidad de los candidatos demócrata y republicano en Estados Unidos. En Europa tenemos la impresión de que la dominación de EE.UU. es menor hoy día que en tiempos de la Guerra Fría. La gran democracia norteamericana tiene algo de plutocracia y el último acto de la campaña electoral de Estados Unidos nos hace reflexionar.

El Estado es la cuna del poder; a su vez, integra y expansiona las manifestaciones que permiten acrecentar o conservar tal poder, que siempre encuentra legitimación. El comercio, la guerra y la religión son realidades a partir del Estado; aunque en la actualidad el comercio conozca una expansión arrolladora, la guerra es el principal recurso del Estado. El gran país norteamericano gasta cantidades ingentes en conservar el poderío militar; el gasto en defensa fue de 552.012,3 millones de euros en 2018. La riqueza económica viene dada por las actividades comerciales interiores y exteriores. La balanza comercial de EE.UU. registró en 2019 -824.280,0 M €, un 4,31% del P.I.B.

El otro vértice del triángulo del poder estatal es la religión. Por tal nos referimos al sincretismo moral dominante en las sociedades occidentales, que influye en el derecho vigente para culminar en la ética personal que los ciudadanos defienden ante una sociedad competitiva y cínica. Las Iglesias cristianas conservan una posición de privilegio en Estados Unidos; “La mayor parte de la población estadounidense, el 81%, es creyente”. Seguir la noticia

En ocasiones consideramos que la institución presidencial de Estados Unidos está objetivamente debilitada, desde el asesinato del presidente J.F. Kennedy, en 1963. El último acto de la campaña presidencial en 2020 nos lo recuerda. El Camino hacia el Nuevo Desorden Mundial, es un libro del profesor Peter Dale Scott, que expresa la tesis de la existencia de un estado profundo conformado por altos funcionarios de las fuerzas armadas y de la inteligencia norteamericana, que condiciona la independencia de la presidencia de EE.UU. Dicho de otra manera, que los programas electorales deben filtrarse con los condicionantes del aparato estatal, que pueden estar reforzados por intereses del complejo militar-industrial y otros centros de poder como el financiero. Seguir el artículo.

El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, necesita ganar un segundo mandato para comprobar si ha desmentido la tesis del profesor Peter Dale Scott. Pero, en el fondo, el cuestionamiento de la institución presidencial sigue en pie. El sistema democrático es sumamente complejo y sólo el dinero impone una objetividad transversal.

La política exterior en Oriente Medio de la administración Trump no nos obliga a una revisión de la tendencia pro estado profundo del profesor Peter Dale Scott. Dicho profesor nos recuerda que un programa ultrasecreto COG (continuidad del gobierno) se aplica desde la presidencia de Reagan, en 1981. Disposiciones jurídicas con formato ejecutivo que conocen los presidentes de Estados Unidos. Con un alcance limitado, porque nada ni nadie explica el ascenso de China a una posición de clara rivalidad, ante la pasividad de EE.UU. y del resto de aliados occidentales, con Rusia también.

El comercio mundial frena el empuje del ejército imperial de Estados Unidos. El comercio no tiene patria y los ejércitos siguen una bandera. La religión cristiana tiene vocación universal pero tampoco sigue un estandarte partidista. Los globalistas llevan ventaja.

Los actos electorales del sábado 31 se han celebrado en Pensilvania, los republicanos, y los demócratas, en Michigan. El último acto de una ceremonia que no oculta la realidad de una plutocracia.

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