El 21 de junio próximo se establece la nueva normalidad y, por lo tanto, el fin del estado de alarma. En España ha tenido éxito el término “nueva normalidad”, fruto de la retórica política. El gobierno español de izquierdas ha confiado excesivamente en el estado de alarma, porque ha buscado y no ha conseguido la simetría política con la II República española.

En 1936, el gobierno del Frente Popular, las izquierdas reunidas, recurrió al estado de alarma, dada la situación política y social en España. Dominaba el enfrentamiento político entre las dos Españas. La situación se resolvió con una Guerra Civil.

En 2020, la irrupción de un patógeno desconocido ha provocado la determinación del gobierno de decretar el estado de alarma, porque la legitimidad anímica y moral del ejecutivo está en el mito de la II República española. Modificar el destino desde la irracionalidad política; aunar fuerzas, antiguas creencias y vencer las resistencias.

Hace un mes, groso modo, el ejecutivo español pretendía vulnerar la Constitución de 1978, con una prórroga del estado de alarma de un mes. Aparentemente, las posiciones de los partidos en el Congreso de diputados impidió la consumación del tal prórroga. La simetría política que ha amparado al gobierno español se rompía y hay que reconocer que la aptitud del partido Ciudadanos ha sido fundamental para conseguir, ahora, la nueva normalidad.

Sospechamos que ha debido de haber presiones internas o externas que hayan conseguido frenar al gobierno de izquierdas español. Pero no sabemos reconocer el origen de dicha presión exitosa para los españoles, en conjunto, y a pesar de que los partidos y los medios de comunicación y las redes sociales alimentan el enfrentamiento político, como absortos por la mitología de los años treinta del siglo XX. Es una impostura que compromete la nueva normalidad.

El Partido Socialista y Podemos responden a las exigencias de la nueva izquierda. Al formarse el nuevo gobierno español, el presidente del gobierno recibió al magnate George Soros, eslabón de la Inteligencia Judía y paladín de la globalización financiera y cultural. Dicha reunión debió estar sujeta a una agenda, que desconocemos, aunque hay aproximaciones interesantes como el libro de Juan Antonio de Castro y Aurora Ferrer, “Soros, rompiendo España”.

Sabemos que para la facción mundialista, plagada de magnates y grandes marcas internacionales, generalmente ligadas a Estados Unidos, el modelo es China, una combinación exitosa de comunismo político y economía capitalista. A pesar de que la globalización es una extensión de la sociedad de Estados Unidos, multiétnica y multicultural, capitalista y liberal. Sin embargo, la actividad de George Soros revela la preferencia China; la opción de la Inteligencia Judía, con evidentes contradicciones, dilaciones y tensiones no resueltas.

Los sucesos en Estados Unidos, el conflicto político abierto por el mandato del presidente Trump, nos propone el enfrentamiento entre globalistas y aislacionistas, modelos imperfectos, porque la evolución del mundo no responde a los modelos establecidos por la inteligencia humana. La irracionalidad es imprescindible para la creación de teorías y voluntades políticas.

En España, el gobierno de izquierdas se alinea con la facción mundialista. Ha tenido una oportunidad de oro para deslegitimar la Constitución española vigente y lo volverá a intentar. Los Estados sólo actúan por comparación con otros Estados; la soberanía del pueblo es un mito que no desaparece con la nueva normalidad. El sistema liberal occidental resiste el empuje chino.

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