Estamos a dos días de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Ya nos hemos referido a que la democracia liberal, como la norteamericana, basan su éxito en dividir al pueblo; la campaña electoral entre Donald Trump y Hilary Clinton ha traído la división intrínseca de los sistemas liberales, entre los ciudadanos de base, celosos de su ideología.

Sin embargo, las élites deben permanecer en una entente cordiale; el asunto de los correos comprometidos de la candidata demócrata, con la aparición tardía del FBI, apunta a desavenencias en el aparato del Estado. No creemos que estemos ante un indicio de división de las élites.

Donald Trump ha hecho una campaña desmedida, como se esperaba de su personalidad y trayectoria. El Candidato republicano debe conocer muy bien las reglas de la democracia norteamericana; pero las campañas electorales como el papel de oposición permiten cualquier tipo de discurso, promesa o acusación. Es la inconsciencia calculada de los partidos políticos.

El cumplimiento de un programa electoral es un mito, porque la política no conoce ningún compromiso. No tenemos, pues, nada a lo que agarrarnos para escoger entre un candidato u otro. Las simpatías personales o los recuerdos propios o generales.

No recordamos que la elección de un nuevo presidente para Estados Unidos suponga un punto de inflexión en la vida de la nación norteamericana. El hecho más trascendente fue la dimisión de Richard Nixon, por el caso Watergate, sin que tampoco sea una demostración de que se llegó a la división entre las élites; más bien un asunto del propio Estado y sus reglas escritas y no escritas.

Desde los medios de comunicación se repite que la candidata demócrata Hilary Clinton goza del apoyo de las élites norteamericanas y de los principales medios de comunicación formadores de opinión. Como si la suerte estuviera echada. Aconsejamos el siguiente artículo en New Yorker.

Todavía no conocemos un balance del mandato de Barack Obama; es un hándicap para el partido demócrata. La debilidad del presidente Barack Obama ante la Guerra en Siria y la rivalidad con Rusia sobrevenida por este conflicto. A priori, se supone que Hilary Clinton tomará partido por el derrocamiento del presidente sirio; Putin cederá.

Donald Trump y Hilary Clinton no arrastran tantas pasiones en Europa; con el tratado de libre comercio en el aire, por la oposición francesa, el Brexit británico, si se cumple, es la piedra de toque de la política exterior norteamericana con la Unión Europea.

El Partido Republicano norteamericano ha presentado un candidato, Donald Trump, que se ha ganado la nominación para las elecciones presidenciales. Representa una corriente de opinión que no se agota con el resultado de estas elecciones presidenciales. Ha arriesgado su propio dinero.

La candidata demócrata, Hilary Clinton, ha demostrado que las democracias liberales son extremadamente caras. Ella lleva gastado US$ 400.504.099. Un dispendio que se repite en cada nueva elección presidencial estadounidense. Una prueba del control de las élites sobre el proceso electoral y el gobierno resultante.

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