Pronto se abrirá el telón de las Elecciones 2023, como cualquier año anterior. El modelo democrático produce cansancio, pero no hay alternativa. A partir de este convencimiento queda poco margen para improvisar una salida convencional del modelo democrático, adaptado a cada país, con sus peculiaridades y restricciones sociales, culturales y económicas.
En España, los partidos políticos se alejan lo suficiente de los ciudadanos en el momento que la competencia electoral entra en juego. Los medios de comunicación resultan especialmente útiles para la ocasión. Ya se trate de la televisión, la radio o cualquier otra plataforma informativa que sirva a los intereses generales del modelo democrático. Las Elecciones 2023 no cambian nada. Ni el repunte inflacionista o la Guerra de Ucrania tienen un peso destacado para los partidos políticos.
En el momento que aparece un nuevo líder político el deseo de poder se apodera de la persona, los militantes, la prensa amiga y los ciudadanos comprometidos con un determinado líder político. No se necesita una preparación minuciosa para que un nuevo líder político irrumpa en la escena democrática. Hay que reconocer que la sobreabundancia de información hace posible la falta de espíritu crítico de la ciudadanía.
Las Elecciones 2023 plantea la pugna entre el PSOE y el Partido Popular; Alberto Núñez Feijóo es el nuevo líder del Partido Popular que aspira derrotar al actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez. El resto de líderes políticos reflejan la tensión del poder con pocas concesiones a la regeneración democrática del modelo de partidos políticos. El ciudadano debe escoger en función de su exclusiva situación personal y considerando alguna cosa del bien común. Esto último es poco práctico.
Los líderes de Podemos, Vox y Ciudadanos repiten los patrones políticos que los grandes partidos imponen gracias al modelo bipartidista. Estas formaciones se esfuerzan en encontrar mensajes sugerentes que atraigan al ciudadano elector. Hay que reconocer que una parte de la ciudadanía que puede votar espera nuevos líderes políticos que irrumpan con fuerza en la escena electoral.
Europa atraviesa por una situación algo complicada. En Francia sigue el rechazo social a la reforma del Estado francés sobre las pensiones. La agitación económica producto de la escalada inflacionista a desbaratado, en parte, la “paz social”. La Guerra en Ucrania nos ha devuelto a los tiempos de la Guerra Fría, con Rusia como potencia amenazadora. Europa teme un conflicto más amplio, aunque el engaño esta a la orden del día. La anexión reciente de Finlandia a la Nato cumple con una antigua aspiración de la organización del Atlántico Norte. Es lógico que Rusia acumule argumentos para defender su ataque a Ucrania, que es otro país en la zona de influencia de la NATO.
Las Elecciones 2023 cumple con el principal reclamo del modelo democrático: el enfrentamiento entre partidos y líderes políticos. Los medios de comunicación son los actores secundarios que cumplen con el papel asignado por las reglas democráticas. El ciudadano debe aparentar que es un sujeto activo; lo cierto es que interpreta un papel pasivo, aunque los medios de comunicación nos adulen, con frecuencia.
Nuestra sociedad tiene un claro déficit de comunicación humana. Gracias a la masiva llegada de mensajes por los canales de comunicación, los ciudadanos hemos renunciado a una comunicación directa y sincera. La violencia estructural es otro elemento que complica sobre manera la confianza social, que es necesaria para cualquier sistema político, sobre todo el democrático. Hay una censura muy fuerte en los medios de comunicación que impide reconocer el grave problema de la violencia estructural.
Las Elecciones 2023 no presentan un carácter de urgencia que asegure una alta participación electoral. No debemos esperar ningún acontecimiento de última hora que provoque la reacción popular, con mezcla de indignación y esperanza. Es cierto, que el modelo democrático produce cansancio, pero sabe renovarse.
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