No cesa la Guerra en Ucrania y la impostura domina el mundo. Tras varios meses de conflicto, las partes no se deciden a entablar unas negociaciones serias. Prefieren seguir realizando declaraciones que se difundan lo más ampliamente posible. Los medios de comunicación occidentales ya tienen un espacio reservado para informar sobre la Guerra en Ucrania, siempre con preferencia con el factor humano.

Recordemos que desde la II Guerra Mundial, los conflictos que surgen carecen del rasgo definitivo que es propio de los grandes conflictos. Rusia no es la gran potencia de la Guerra Fría y tiene que jugar un papel local. Por lo tanto, el conflicto es meramente regional, en el este de Europa.

Actualmente, ninguno de los líderes actuales, tanto en Occidente o en otras partes del mundo, sobresale por encima de los restantes mandatarios. Los esfuerzos por ganarse el favor de la opinión pública son constantes y nos explican los contenidos de los medios de información.

Incluso el mandatario ruso, Vladimir Putin, no es el gran mandatario que intimida al mundo, porque tiene un poderío militar sobresaliente. La Guerra en Ucrania está demostrando que Rusia no tiene una ventaja clara, pese a los esfuerzos por reclutar soldados en cualquier parte del territorio ruso.

Lo mismo ocurre con el presidente de Estados Unidos; Joe Biden es un presidente de corte bajo, que corresponde a una etapa nueva en política exterior de la potencia norteamericana. Tras el paso de Donald Trump, el actual presidente norteamericano debe recomponer la política de Estado y la Guerra en Ucrania cumple, en parte, con dicho objetivo.

Mientras tanto, en Occidente los ciudadanos se preguntan porqué no termina el conflicto en Ucrania. La inflación sigue en pie y no parece que los esfuerzos de los distintos gobiernos y del Banco Central Europeo den resultado para frenar la escalada de precios de productos básicos. La impostura domina el mundo, tanto las grandes instituciones financieras como los gobiernos demuestran sus limitaciones a la hora de la verdad. Una guerra en el este de Europa es un negocio para los fabricantes de armas y una desgracia para los ciudadanos.

Estamos ante un nuevo conflicto en este de Europa que persigue alterar los equilibrios internacionales. Sin embargo, lo que sucede en este enclave no consigue romper o condicionar los equilibrios impuestos por la II Guerra Mundial. El mismo Pacto de Varsovia no era la organización militar capaz de invadir Europa. Efectivamente, la Guerra Fría disfrutaba del equilibrio de las armas nucleares y liberaba presión con las guerras locales.

Si la impostura domina el mundo, el descrédito de los gobiernos como de las instituciones internacionales es inevitable. En Occidente, las elecciones sostienen el sistema democrático; el resto del mundo lo imita, a su manera.

La fuerza de la democracia y de la globalización son los dos pilares de la arquitectura de mundo. La Guerra en Ucrania no socava este hecho. Los esfuerzos rusos por demostrar la fuerzan del régimen propio están fracasando.

Todas las declaraciones alertando de una III Guerra Mundial carecen de realismo. El hecho de carecer de mandatarios con una personalidad fuerte y temeraria, nos protege de conflictos peligrosos. Debe ser así para que el equilibrio nuclear no traspase la línea roja. El asunto del misil caído en Polonia refuerza lo mismo, aunque las redes sociales juegan con los temores colectivos.

 

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